𝘛𝘳𝘦𝘴

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El cambio en la rutina ya era muy notorio para Minho, incluso en las cosas más pequeñas. Para empezar, pudo despertar a la hora que quiso sin necesidad de escuchar su molesta alarma de siempre —eso significa que durmió apenas una hora más porque su rutina no se borraba de la noche a la mañana— y pudo tener un desayuno decente y sin prisas en el tan halagado restaurante de ese hotel. No hizo más que pasearse por los elegantes pasillos de aquel edificio tan grande y perder el tiempo en su habitación.

La noche llegó bastante rápido, a su parecer. Debió habérselo esperado cuando no hizo más que estar sentado por horas frente al piano, intentando buscar inspiración de algún lugar y no encontrarla nunca. Su plan de componer una canción, aunque fuera una simple melodía, se había ido al caño.

Pronto, estuvo frente a un grande espejo que se ocultaba dentro del armario, pensando seriamente en cómo era innecesario vestir tan elegante siempre y en cómo su cabello estaba más lacio de lo normal, tal vez se debía a ese clima tan doferente al de su hogar. Seguía sin interesarle mucho los planes de esa noche, pero mantenía la esperanza de que al final saldría algo que le mejorara el momento aunque fuera un poco.

—¿Nos vamos? —la señora Lee preguntó. Minho no tenía ni la mínima idea de cómo logró entrar sin la necesidad de que él le abriera la puerta. No le importó mucho tampoco.

—Sólo estoy dando un último arreglo a mi ropa —Minho respondió.

Llevaba un pantalón de vestir negro, una camisa blanca con los primero dos botones abiertos y un saco negro. Escuchó a su padre decirle muchas veces que se vería más serio y elegante si usaba una corbata y cerraba bien la parte de arriba, pero al menos contaba con el apoyo de su mamá, quien ayudó a detener las quejas de su esposo. Era lo mínimo considerando que todo lo demás en su vida está controlado por todos menos él.

—Te ves guapo —la mujer dijo desde la puerta de la habitación—. Eres muy guapo, al igual que tu padre.

—Odio cuando son así de sentimentales con el otro —el castaño puso los ojos en blanco mientras reía.

—Eso no es ser sentimental, simplemente es una manera de demostrar lo mucho que quiero a ese hombre —la señora Lee entró a la habitación y se acercó a su hijo—. Cuando te enamores de alguien lo vas a entender.

—Dudo que alguna vez pueda enamorarme de alguien, mamá.

—La vida está llena de sorpresas. Cuando menos lo esperes llegará la mujer que te hará feliz, vas a enamorarte de ella y tal vez tengan una linda familia. No te desanimes.

—No me desanimo.

—Bien, lo siento. Sólo lo parece.

El menor no pudo evitar quejarse mentalmente. Odiaba la manera en la que sus planes de vida eran todos idea de sus padres. Ni siquiera estaba lo suficientemente seguro de que le gustaban los niños lo suficientr como para tener hijos en algún momento. Además, necesitaba una pareja para empezar, y se consideraba muy joven aún como para encontrar a la persona indicada para pasar juntos el resto de sus vidas. Sin mencionar que es difícil tener una idea de las cualidades para buscar en una pareja ideal cuando ni siquiera tienes experiencia para comparar.

En cuanto su papá apareció también y supo que ya había llegado su tan poco esperado momento, Minho comenzó a actuar en automático, tal como lo hace siempre que está en situaciones como esa. Si sus padres caminaban, él iba detrás de ellos. Si sus papás saludaban a alguien, él ponía su mejor sonrisa falsa y lo hacía también. Aprendió a no odiarlo tanto con el tiempo. Y pronto, sin darse cuenta, ya estaba entrando al lugar donde se llevaba a cabo el tan hablado evento. Un grande salón que se encontraba e  el mismo edificio del hotel, la misma decoración intimidante y el mismo aire de elegancia que cada persona ahí dentro emanaba.

𝚆𝚑𝚊𝚝 𝙸 𝚠𝚒𝚜𝚑 | MINSUNG |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora