seis.

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MICHELLE, ES UN PECADO QUE NO HAYAS LEÍDO EL CAPÍTULO 5, CHAUUU

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"¿Qué acaso no puedes hacer nada bien?" Alison sintió el nudo en la garganta mientras las crueles palabras de su única familia la miraban con desaprobación, su tía y sus primas la miraban con decepción, y por sólo un momento deseó que su hermano llegara pronto.

"Lo siento." Habló con voz quebrada.

Los tacones que la hacían ver más alta resonaban mientras subía las escaleras.
Estaba cansada, realmente cansada, odiaba hacer mil cosas bien y que sólo se fijaran en la única cosa que hizo mal, estaba cansada de los prejuicios que la rodeaban, aún cuando sabía que no importaban, la hacían sentirse mal consigo misma, corregía el mismo error un millón y aún así no era suficiente, había guardado sus lágrimas durante años tratando de ser fuerte, ¿cómo un corazón tan frágil pudo mantenerse bien durante tan todo ese tiempo? caía miles de veces y ninguna se levantaba, se hundía más en la miseria pero ella seguía luchando con los demonios que la atormentaban, viviendo con el inevitable dolor en el pecho y el nudo en la garganta con el que siempre había caminado, perdida en un mundo que no existe, jugando un juego en el que estaba destinada a jamás ganar, ahí estaba ella, con los ojos brillosos y rojos de resistirse a las ganas de llorar, ella sabía que no tenía nada que perder en éste mundo, ella era como alguien que no podía hablar, gritando tan fuerte por dentro pero no transmitiendo nada a fuera, estaba dominada, era títere de la sociedad, fría, callada era todo lo que era, tenía sentimientos y éstos estaban cansados de ser pisoteados una y otra vez, ella se estaba perdiendo a sí misma, pero no había otra forma de que Alison.

"¿Sola de nuevo?" Alison pensó que él no pudo hacer una pregunta más estúpida.

"No, estoy tan rodeada de personas en éste cuarto que incluso estoy desarrollando un tipo de claustrofobia o algo."

"Yo juraría que estás sola." Habló sarcásticamente de la misma forma en la que Alison lo había hecho.

"Dios , ¿por qué no sólo me dejas sola?" El sonrió sombríamente como si estuviera esperando la pregunta, se acercó lentamente hasta quedar cerca de ella.

"Creí que ya te lo había dicho." Ella rodó los ojos, retándolo un poco más.

"Bueno, me importa una mierda lo que tengas que hacer." Él rió, lo que hizo sentir un poco ofendida a Alison.

"No puedes jugar a hacerte la fuerte cuando tienes ese nudo en la garganta y los ojos rojos de tratar de no llorar." Lo pensó un segundo, él tenía toda la razón, pero era demasiada orgullosa para admitirlo en voz alta.

"Bien pues podrías largarte para poder comenzar a llorar."

"Parece que cuando estás a punto de llorar tienes una extraña fuerza de voluntad... como si estuvieras retándome a hacer algo que quiero hacer." Se acercó hasta quedar frente a ella, Alison luchó con las ganas de abrazarse a sí misma, él era demasiado frío. Se sobresaltó cuando sintió sus dedos recorrer su cuello, y jadeó cuando sintió su cuello arder en llamas, él rió, y para Alison sólo significó que le gustaba verla sufrir.

"¿Sabes? Tú no podrás estar más de un minuto en el infierno." E irónicamente ella sabía que no era algo metafórico, sino literal.

"Duele..." Gimió, sintiendo las llamas en su cuello, él entrecerró su ojos.

"Por su puesto que duele."

"Deja de hacerlo, por favor." rogó Alison al borde de las lágrimas, dolía, como una quemadura constante hecha con fuego cuando estás en hielo, él era frío, pero por alguna razón su toque se sentía como las llamas del infierno,  Alison pensó que era porque después de todo el venía del infierno.

James DeanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora