ᴜɴᴏ

123 16 5
                                    

━☆゚.*・。゚

Dejame llevarte a dar un paseo

Tengo algunos dulces para ti adentro

。゚・*.☆゚━


Tener un resfriado en un día lluvioso era lo peor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Tener un resfriado en un día lluvioso era lo peor. En estos momentos quizás podría estar afuera corriendo con sus amigos, escuchando mil y un tonterías de Diego así como las muchas quejas de Mateo sobre un resfriado común. O tal vez a Andrés siendo la voz de la razón y deteniendo peleas innecesarias. Y ahí está en su lugar, en cama con dos cobertores y treinta y nueve de temperatura.

La tarea no le quitaba el aburrimiento, aún así no podía hacer mucho tomando en cuenta que su padre le había dicho que si no estaba en cama no podría salir hasta la mayoría de edad. Pero al parecer sus pequeños hermanos no comprendían que su libertad estaba en juego.

Corriendo por el pasillo ambos mocosos enfundados en sus impermeables amarillo chillón aparecieron con una sonrisa.

—¡Hermanito!—Lupe fue la primera en saltar hacia la cama, Julio solo miró desde el costado pero con la misma euforia.

—¿Qué hacen así vestidos?—era una pregunta tonta pero aún así tenía que hacerla. Era temprano pero el clima no era el mejor para que ellos estuvieran afuera sin supervisión.

—¡Salgamos a jugar en la lluvia!—Julio habló.

—¡No Julio! Recuerda que Papancho dijo que Temo estaba enfermito y debía quedarse en cama.

—Chale, ni modo carnalito. Te quedarás aquí.

—Esperen... Papá está trabajando. Ustedes no pueden salir solos—sus calcomanías tenían prohibido salir sin supervisión, después de todo la última vez habían desaparecido unas horas y les trajo la policía del pueblo diciendo que estaban en la pizzería arrasando con el lugar.

El chiste salió caro, una disculpa a la policía por el golpe que Julio le dió a un oficial en la rodilla y una cuenta de seis pizzas con extra queso.

—¡Papancho nos ha dado permiso para salir!—la mirada de Temo fue a dar a Lupe, a pesar de ser Julio quien habló.

Guadalupe no le podía mentir, ella era el epítome de sinceridad en su pequeña familia. Así que cuando la niña le dió un asentimiento con una pequeña sonrisa se relajó un poco, más no lo suficiente.

—No lo sé... Han desaparecido niños últimamente y además— su preocupación fue cortada por el bufido frustrado del niño.

—Vamos Temo, tendremos cuidado y no nos alejaremos. Solo saldremos a jugar con el nuevo barco que la tía Candy nos ha regalado.

—Debería acompañarlos—siguió insistiendo, un nudo en la garganta le hizo imposible que la voz no se le cortará, con un rápido movimiento Lupe le pasó un vaso de agua para aclarar su garganta.

ᴛᴀɢ, ʏᴏᴜ'ʀᴇ ɪᴛ ❥ᴀʀɪsᴛᴇᴍᴏ [... sʜᴏᴛs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora