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El camión de mudanzas entró al condominio a las 10 de la mañana, una hora más tarde todos miran curiosos discretamente detrás de sus ventanas tratando de descubrir quienes son los nuevo vecinos.

a las 12 pm. se acercan las primeras personas con grandes sonrisas como las de sus enormes cuentas del banco y tan falsas como las de su humildad.

Elina:

le entrego una caja a mamá desde arriba del camión, veo como la típica familia de este barrio se acerca hasta nosotros, sé que es lo que quieren la mayor información que le podamos entregar.

le hago una seña a mi mamá para después bajar de un salto del camión, ambas caminamos hasta posicionarnos junto a mi papá quien viene junto a la abuela y mi hermano menor.

—hola! —la rubia mujer es la primera en saludar.— Victoria Soler, él es mi esposo Ricardo SotoMayor —apunta al hombre junto a ella, ambos se ven agradables.— nuestros hijos Valentina —la niña rubia me sonríe.— Theo y ¿Dónde está Nikolas mi amor?

Theo, quien me miraba fijamente mira a su lado en dónde no hay nadie, vuelve la vista a su mamá tratando de responder pero se ve interrumpido por una extraña aparición.

—aquí estoy —susurrando en mi oído haciéndome brincar de la impresión, me giro chocando con un pecho, levanto la mirada encontrándome a un mino con las mismas características que su familia, este me sonríe pícaramente además de que me analiza completa como si quisiera grabar cada parte de mi cuerpo en su mente, toma una de mis manos delicadamente para después dejar un suave beso en ella.— Nikolas Sotomayor.

mi ceño se frunce y retiro rápidamente mi mano haciéndolo fruncir ahora el ceño a él.

me giro y sonrío a todos los demás, el hermano tiene una enorme sonrisa mientras me mira a mí y a su hermano, en realidad toda la familia sonríe como si hubieran acabado de descubrir lo más maravilloso del mundo, mi papá carraspea incómodo y comienza a hacer las presentaciones.

—Alberto Rodriguez y Lucia García —se apunta a él y mi mamá.— Anabel —apunta a la abuela.— Luciano y Elina.

toda la familia rubia asiente, la mamá vuelve a hablar —Su acento no es chileno verdad?

—Somos cubanos —explico orgullosa de mis raíces.

—Llegamos a chile hace 7 años pero el acento de mantiene.

se genera un silencio incómodo, ellos son los primeros en hablar, otra vez.

—bueno! espero les guste el barrio y un día debemos cenar juntos!! —-esa mujer tiene demasiado entusiasmo en su ser.

mis papás asienten y ellos nos indican en que casa viven, la azul a tres de la nuestra.

se despiden y se van, mi familia desaparece de mi lado. Ambos hermanos Sotomayor se giran sincronizadamente volviendo a regalarme unas extensas miradas y sonrisas malévolas.

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un placer traerles una nueva historia, espero les guste y les aviso desde ya que las actualizaciones serán lentas por el momento.

Amor de a tres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora