A su Merced

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En este instante mi respiración me resulta algo forzada, el dolor latente se ha esparcido por todo mi cuerpo y la rabia me invade cada poro de la piel, las cadenas hacen un sonido molesto al intentar acercar mis manos hacia mis —ya resecos— labios, por falta de líquido, movimiento del cual desisto por el dolor y falta de fuerzas.

No sé con exactitud cuántos días llevo acá en esta sucia celda, sin recibir alimento o algo que me ayude a sobrevivir un poco —y es deprimente, frustrante sabiendo el cierto poder que tengo— me preocupa no tener idea de nada lo que sucede a mi alrededor, no saber si mis padres me andan buscando, lo cual es totalmente incierto, siempre me escapo de los guardias a mi alrededor, escapada vacacionales, espontáneas y otras con unas fines más violentos. Justamente aquel día en el que quise ir a un bar distinto pasa esto, espero que al menos no crea que he escapado a la Bahamas otra vez, la angustia y el desespero me supera, suelto un grito de rabia que es seguido por el llanto que me embarga al recordar los últimos momentos que tuve de libertad.

Saliendo de casa dispuesta a pasarla increíble.

Bailando con mis amigas.

Caminado en busca de un trago.

Empinado la bebida en mis labios minutos antes de que todo se volviera negro.

Ahora solo puedo verlos como momentos efímeros que me alejaban de la realidad y solo me preparaban para este preludio de sufrimiento. Quisiera saber que hago aquí, el objetivo detrás de este absurdo, a menos así es como lo considero, mis padres se han encargado de ganarse enemigos a pulso, es lo que se obtiene cuando manejas tanto poder, suficiente para controlar todo un país como lo es Italia, no es solo tener poder como Capo di tutti capi, es tener de su lado la mejor alianza con el Dunkel Alemán. Y aunque todo esto suene a razones más que suficientes no me sirven, ante los ojos del mundo no soy la heredera de este trono que mi padre me guarda, para evitar ataques como este, fingimos mantener una relación poco cordial, como si odiara este mundo, algo así como una heredera abnegada al destino.

Tal vez debí dejar este teatro hace tiempo como sugirió mi padre, hace tiempo debí tomar mi lugar y empezar hacer que me teman, pero ahora mismo no tengo demasiadas esperanzas.

En este momento me dejo llevar por las emociones y que se vuelvan un tornado dentro de mi, mi llanto es cada vez más fuerte, ya no me importa gastar mis últimas fuerzas y ahogarme entre lágrimas, creo que es lo mejor que puedo hacer. Escucho a lo lejos una puerta ser abierta y voces que suenan alegres o burlonas —en realidad no les presto verdadera atención— de repente siento un tirón en mi cabello lo que provoca que suelte un alarido de dolor y un horrible olor a cigarrillo inundada sala donde me encuentro, a la vez qué siento un aliento rozar cerca del lóbulo de mi oreja.

—Hoy veremos si realmente esa belleza impresiona, basura italiana.

Son las palabras que escucho mientras las manos de mi agresor pasa entre el valle de mis pechos, su nariz se hunde en mi cuello, contengo la respiración y mis puños se cierran con fuerza conteniendo la rabia que me invade.

—Suelten sus cadenas, se la llevan a Madame, que la limpie y la vista con una buena lencería. —Realiza una pausa, mientras me examina— espero sacar unos buenos millones de esta puta.

No escucho respuesta a esa orden solo ciento cuando las cadenas son soltadas y mi primer instinto es correr hacia la puerta que aún sigue abierta, pero ni siquiera llegó cerca de esta cuando soy intersectada. Soy arrastrada mientras pataleo hasta que soy inyectada con algo desconocido y termino viendo todo negro.

Ver la imagen que está en el espejo y compararlo con la yo de hace horas es algo que me repugna, no es porque me vea mal, más bien la imagen frente a mí es similar a la de una diosa oscura con ganas de ver ríos rojos correr —no negaré que son mis propios deseos— lo que realmente me repugna es el objetivo de esta imagen frente a mí. El cómo seré expuesta a no sé cuántas personas, como un pedazo de filete de la mejor calidad esperando por el mejor comprador.

Irónico, totalmente irónico.

Quisiera aprovechar el momento y encontrar una forma de salir de aquí, pero simplemente no puedo, aunque ganas no me falten, porque hace unas horas cuando lo intente al recién quitarme las esposas, no pude llegar muy lejos y terminé siendo drogada. Droga que aún está en mi sistema, me mantiene aturdida sin sentir nada, pareciendo que estoy bastante relajada, pero interiormente estoy sufriendo y agonizando con la idea de que he perdido.

En un momento dado dejo de ver la imagen en el espejo para encontrarme caminando por un largo pasillo, vistiendo una pequeña lencería negra que resalta sobre mi pálida piel, mi cabello cayendo en ondas y un maquillaje que evita notar lo mal que me encuentro, dando color a mis mejillas. Al terminar el recorrido paso a través de una puerta terminando en un pequeño escenario con una luz apuntando justo a mi lugar, pasó mi vista alrededor mientras escucho chiflidos, piropos —tanto de mal como uno que otro agradable— y apuestas dirigidas a la compra de mi persona.

Las cantidades ofrecidas aumentan y son increíbles, al menos no me van a vender como una puta barata, eso aumentaría esta humillación.

Mientras todo esto pasa sigo observando el lugar, quiero recordar cada rostro de los imbéciles que de verdad me creen un juguete, detengo mi vista en un punto en específico, una persona que provoca que cierto aire de seguridad cubra todo mi ser, llenándome de esperanza, poder, porque sé que va a desatar un infierno en este instante y solo por eso sonrío.

Sonrío como nunca antes, porque como siempre su presencia me hace sentir segura. 

He vuelto♥

Aqui les dejo a mi Alessia, pero son libres de imaginarla como gusten♥