𝑫𝒆𝒂𝒓 𝑫𝒓𝒂𝒄𝒐 {𝒑𝒂𝒓𝒕 2}

Four

Isobel se estabilizó con una mano en la pared mientras volvía a recorrer el pasillo. Las piernas le flaqueaban.

Perder a un marido y a una hija es una terrible pérdida.

Recordaba haber despertado después de la guerra, haber levantado la cabeza y el corazón palpitante para ver a su madre. Ahora estás a salvo, cariño. Ahora vamos a estar bien. Ella lo había creído, pero por razones equivocadas.

Encontró a su madre en la cocina, con el rostro manchado de lágrimas.

-Mamá.

La frente de Maggie se arrugó, pero no miró a su hija.

-Mamá, háblame. Por favor.

No hubo respuesta. Isobel se sentó frente a ella.-Dejaste que todo el mundo pensara que estaba muerta, ¿verdad? Estaba inconsciente y le dijiste a la gente que estaba muerta.-El nudo en su garganta creció.-Y por eso tuvimos que mudarnos de casa, y por eso no podíamos salir nunca ni decirle a nadie que estábamos aquí.

Su madre no dijo nada, así que Isobel continuó.-Todo este tiempo, creí que era por nuestra salud; creí que no me permitías ver a mis amigos, porque estar sola me ayudaría a sanar. ¿Pero creen que estoy muerta?-Su voz se quebró. Ginny. Neville, Luna, ¿es eso lo que piensan?

Su madre finalmente levantó la vista.-Lo siento, Isobel.

-¿Creíste que podrías mantenerme aquí para siempre? ¿Creíste que eso me ayudaría? Mamá, he estado tan sola.

Las lágrimas brotaron de los ojos de su madre; Isobel apartó la mirada con desprecio.-Necesito un poco de aire.

Abrió la puerta trasera de un empujón y salió al jardín. Se paseo de un lado a otro, tratando de asimilarlo todo. En todo el tiempo que había pasado desde la guerra, nada había sido lo que ella pensaba. Sus amigos la creían muerta desde  hacía un año, la habían llorado y habían procesado su muerte. Puede que incluso hayan seguido adelante con sus vidas: han vuelto a estudiar o han empezado a trabajar. Y todo el tiempo ella había estado aquí, sin hacer absolutamente nada con ella misma.

El nudo en la garganta volvió a crecer, así que se detuvo y se mordió el labio con fuerza. Había pensado que todo esto era normal. Que era normal tomarse un tiempo para curarse; que pronto volvería a conocer a todo el mundo. Durante el último año, su madre se había convertido en su mejor amiga. ¿Cuánto tiempo pensaba seguir mintiendo?

La puerta crujió detrás de ella. Su madre se acercó lentamente a ella, moviendo las manos con nervios. Isobel se dio la vuelta.

Maggie habló tímidamente.-Isobel, tienes que entenderlo. Cuando la guerra terminó... No estaba claro de inmediato que las cosas pudieran volver a ser seguras. Había tantos mortífagos vivos que nadie estaba seguro de que no se rebelaran. Y yo había perdido a tu padre, y por un momento pensé que podría perderte a ti también, y no podía...-Maggie se interrumpió.-Simplemente no podía soportar eso. Actué de forma egoísta, sí, pero en ese momento, parecía que era lo mejor para ti...

-¿Le mejor para mi?-Repitió Isobel. Mamá, me quitaste la vida.

-Necesitabas curarte.-insistió Maggie. -Necesitabas tiempo, y durante meses estuviste tan débil, que no era cuestión de enviarte de vuelta al mundo mágico, y todavía había mortífagos sueltos...

-Pero podría haberme curado y haber hecho todo eso sin tener que convencer a todos de que estaba muerta.-Se abalanzó sobre su madre. -Podría haberme quedado en casa, como una persona normal, en nuestra antigua casa; podría haber seguido en contacto con mis amigos...

-No, no podías.-Maggie negó con la cabeza.-Eso no habría funcionado. La gente habría ido a buscarte; había gente que no te quería viva, habrían venido a por ti...