El Sueño

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David abrió los ojos y todo estaba destruido. La ciudad estaba devastada. Solo quedaban ruinas a su alrededor junto a una neblina que se arrastraba por el suelo como almas en pena. El fin había llegado.

David comenzó a andar contemplando la desolación de su ciudad natal hasta que una extraña sensación le paró en seco. Se dio la vuelta y visualizó de forma distorsionada una persona de cuyo cuerpo parecía emanar pura oscuridad. David focalizó su mirada y parecía ser una mujer con una vestimenta demasiado extravagante para el siglo XXI. Llevaba puesto un vestido color ocre, con un aire medieval. Sus cabellos eran negros como el carbón, tapando sus ojos debido a una ligera brisa macabra.

La niebla empezó a elevarse como si tuviera vida alrededor de la mujer. David la estuvo observando perplejo, pero la niebla le obnubilaba su visión. Cada vez ella estaba más difusa. Mientras los cabellos de la mujer se movían, se pudieron ver unos ojos que brillaban con luz propia en un tono azul turquesa, depredadores, incisivos... La mujer movió los labios intentando expresar alguna palabra, el cual David oyó en su cabeza telepáticamente: Lux Signifer. Un tornado de aquella niebla envolvió a la dama y, en un mínimo instante, desapareció. Aunque seguía quedando aquella neblina que se arrastraba por el suelo.

El muchacho, percatado por lo sucedido, siguió su camino entre los escombros de la ciudad salmantina. La frase, que la había dado aquella escalofriante mujer, le hizo reflexionar. "Lux Signifer" repetía una y otra vez. Sus ojos parecían distraídos mientras repetía esa frase. Su espesura mental terminó cuando unas gigantescas ruinas le pararon en seco. La Catedral había sido destruida. Se dejó caer de rodillas ante la impactante infraestructura de la ciudad. De su ojo izquierdo le salió una lágrima, sin saber él por qué, debió ser la tristeza o tal vez el dolor que se sentía en aquel lugar.

Mientras presenciaba el paraje, algo o alguien le hizo levantar cabeza. Un arquero había aparecido desde la nada, y posado en la piedra más grande de aquellas ruinas de la catedral.

Aquel misterioso hombre iba cubierto con una capa y una capucha marrón que le ocultaba el rostro hasta la mitad del tabique nasal. Podrían verse algunos cabellos de color castaño, tan castaños que con la mínima luz del sol podrían tornar en rubios.

-Ne fraudatur per ipse!- Dijo el extraño visitante a David mientras arqueaba una de sus flechas.

David se puso de pie, con la lágrima todavía adherida a su cara, intentó correr hacia atrás con la mirada puesta en aquel arquero, pero fue inútil puesto que su temor le paralizaba todos los miembros de su cuerpo.

-Esto vigilans!- Dijo el arquero.

De repente soltó una de sus flechas, con tanta sutileza que ni siquiera el sentido de la vista pudo apreciarla, solo el sonido al cortar el aire podría dar la señal de la existencia de esa flecha.

El corazón de David fue el objetivo. Su cuerpo fue desplazado por la fuerza de la flecha, quedando durante unos instantes en un estado ingrávido. La lágrima se separó del cuerpo y estuvo a merced del aire; como una estrella en medio de la noche más oscura.

El cuerpo de David tocó el suelo con los ojos abiertos. El arquero bajó de aquella roca y se acercó al cuerpo moribundo del joven. David quiso ver la cara de su agresor pero la muerte le difuminaba el rostro. Murió.

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2015 ⏰

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Lucifer, el Resurgir de un SueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora