XVII.- La Última Batalla

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 Percy partió esa misma noche al Tártaro, a las profundidades donde estaba Kronos. 

El ahora rubio oscuro se acercó a Keda acariciando su cabello con ternura y cariño dejando un suave beso en su frente. 

- Regresare - susurró con ternura 

Los demás se acercaron para abrazar a su líder y hermano, temían por él pero sabían que si existía alguien que pudiera vencer de nuevo a Kronos sería Percy. 

Grecia se acercó a su amado acariciando su mejilla con amor mientras que el chico rodeaba la cintura de su prometida con sus brazos atrayendola más cerca de él. 

- Ten cuidado, te estaremos esperando - le dijo Grecia esbozando una ligera sonrisa para después sentir los labios de Percu sobre los suyos 

- Volveré pronto, te amo Grecia - le dijo Percy dejando un beso en al frente de la chica para después alejarse 

Grecia podía ser independiente y ruda pero Percy Jackson se había vuelto la persona que lograba que se ablandara, él era su punto débil pero también su fortaleza. Ella sabía que su prometido volvería para poder ser feliz por la eternidad. 


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Percy llegó al Tártaro, a las profundidades donde alguna vez había incluso visto a Gea, ahora que había vuelto ya no era el mismo chico de 17 años que daba todo por los demás, había crecido y madurado aunque seguía protegiendo a los demás ahora no se tentaba el corazón al matar, tenía una responsabilidad en sus hombros y un hogar al cual regresar así que no podía caer ahí. 

El chico caminaba de manera firme pero tranquila a través de los pasillos que parecían ser la prisión de Kronos, podía ver las grietas en el lugar mostrando que el primordial había incrementado su poder y que en poco tiempo saldría y acabaría con el mundo. Al final en una sala ahí estaba Kronos un hombre de cabello rubio castaño de ojos carmesí llenos de odio y maldad. 

- Veo que has cambiado - dijo Percy mientras que en sus manos movía su espada 

- No soy el único, veo que has crecido y tu cabello cambió Perseo o debería llamarte Ira, ahora que eres hijo de Caos eres un primordial - dijo divertido 

- Ahora lo soy, tú y yo tenemos cuentas que aclarar y mejor que sea rápido, me están esperando allá arriba 

- No solo cambiaste tu físico, veo que ya no eres ese niño asustadizo, ahora ya no eres la perra de mis hijos, pudiste liberarte del Olimpo. Ahora tú puedes verlo, ellos no son dignos para reinar el mundo, le han dado demasiado a los mortales y son ingenuos que no saben apreciar a su propios hijos. Ellos te traicionaron, te hirieron, siempre hiciste todos por ellos y así te pagaron - dijo Kronos levantándose tomando una espada, la espada que Kreios solía usar, el arma del octavo pecado capital, su hermano  - Es una hermosa espada ¿no lo crees? Kreios sirvió de algo al final 

El rostro de Percy se mostró furioso y sus ojos se tornaron carmesí completamente, a su alrededor lo cubrió una especie de aura azul, verde, dorada y carmesí. Kronos retrocedió un paso al ver eso, sabía que el chico era poderosos pero jamás imagino que tanto. 

Ambos corrieron y el choque de espadas hacía ruido por todo el lugar, ambos eran mucho más rápidos que el ojo humano pero no paraban ni un momento. La espadas hacía cortes profundos, ninguno de los dos se rendía o pedía piedad, eso era una batalla de vida o muerte, la espada en manos de Percy mataría por una vez al primordial es por eso que lo estaba debilitando y dañando tanto. 

Se detuvieron, ambos estaba llenos de cortes profundos y manchados de su propia sangre. Percy esbozó una sonrisa cansada mientras levantada su espada, la cual había comenzado a brillar con fuerza. 

Es todo tuyo hermanito...

Percy sujeto con fuerza la espada y se lanzó al ataque. 

Por primera vez en mucho tiempo el Tártaro se ilumino por completo y el mundo sintió la caída de un ser poderoso.


Los Siete Pecados de CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora