Prólogo

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El Fatídico Día





Antes de que el reino de Solaria sea el que domine en la Dimensión Mágica había un reino aún más poderoso, Bóreas

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Antes de que el reino de Solaria sea el que domine en la Dimensión Mágica había un reino aún más poderoso, Bóreas. Pero todo cambió cuando El Fatídico Día llegó.

El reino era gobernado por el amado rey Vasilios y la hermosa y bondadosa reina Eclipsa, quien era la portadora de la Corona Mágica de Bóreas, una corona que se pasaba de heredero a heredero sin importar si él o ella poseía o no magia de las hadas. Aquel que tuviera magia heredaría el poder de los elementos, poder que solo tenían las hadas de la familia real; pero si este no poseía magia obtenía sentidos desarrollados y una agilidad y resistencia superior a la de los demás. Esa era la razón de que Bóreas era el reino principal.

Los reinos de cualquier parte del Otro Mundo venían a ellos buscando consejos o protección contra los quemados, ya que Bóreas tenía el mejor ejercito junto con Solaria, los Wolves y al igual que la Elite de Solaria solo los mejores entraban.

Pero esa noche los Wolves no se salvaron de lo que venía.

Era una fría noche de invierno, la familia real ya se encontraba dormida al igual que la princesa Chrystalla cuando el mal llegó. Desde lo lejos toda una manada de quemados corría hacia el reino con un objetivo, la princesa. Pasando el puente entraron al pueblo destruyendo todo a su paso para llegar al castillo. Los valientes guerreros se enfrentaban a ellos tratando de detenerlos, pero fracasando en el intento, ya que los quemados seguían avanzando sin importar qué.

Las horribles criaturas lograron entrar al castillo y se dirigieron directo a la alcoba de la bebé, sin contar que con todo el estruendo que se había producido en el proceso despertaron a los reyes.

— Los detendré mientras...

— ¡No! —Vasilios la interrumpió y se colgó su espada en la espalda, luego tomó la corona de su esposa y se la entregó— Yo los detendré. —se acercó a ella tomándola de los hombros— Tú toma a Chrystalla y llévatela lejos de aquí.

— Pero... —no la dejó hablar ya que la había besado, transmitiendo todo su amor en ese beso con temor de no volver a verla.

— Te amo. —le regaló una sonrisa y la mujer la correspondió con pesar.

— Regresaré. —aseguró antes de irse.

Eclipsa corrió por todo el pasillo hasta llegar a la habitación de su hija, entró y se acercó corriendo a la cuna, la cual estaba vacía.

— ¿Buscabas algo, querida? —preguntó con burla una mujer rubia de apariencia mayor.

— ¡Dame a mi hija, Rosalind! —exigió. Sus ojos se volvieron blancos, el mismo color que poseía su cabello, y de sus manos salieron llamas de fuego.

— Vas a despertarla, Eclipsa. —meció a la bebé dándole una sonrisa burlona a la mujer frente a ella, la cual apretaba sus puños de la furia.

La reina lanzó una bola de fuego al cuerpo de la mujer para después mover sus manos y que la tierra capturara sus piernas y cintura, impidiéndole moverse.

DIONNE | Winx SagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora