¿Cuántos días o semanas pasaron desde el día que llegue al infierno? No podría decirlo realmente, ya no puedo recordar ni el rostro de Caronte ¿Seguirá teniendo esa barba gigante? El único ser que mostró dulzura siendo acompañado luego del calor de Cerbero el perro guardián de este infierno, aun cuando me dejo entrar, no me permite salir para ver a los ángeles llevar otros humanos. La belleza de los seres de este purgatorio me hace preguntarme si realmente conozco algo como realmente hermoso, mis ojos humanos no habían visto ángeles con gigantescas alas negras nunca, pero al conocer a esos caídos del cielo me di cuenta de que es realmente el Yin Yang, la diferencia entre los alados del infierno y los alados de los cielos.
Mi primera "Mañana" en el infierno fue una montaña rusa de emociones incomprensibles que aún dudo llegar a comprender del todo.
El reacio olor de las cenizas o del azufre llegaron hasta mi nariz, mi boca tenía un sabor amargo que me tenía levemente mareado aun con mis ojos cerrados, intentaba calmarme hablando conmigo mismo, repetía las palabras "Estamos bien Gustabo, No abras los ojos" pero miserablemente no cumplí mi misión de mantener mi vista en la misma oscuridad de mi mente, mis ojos se abrían lentamente, intentando acostumbrarme a la luz de la habitación ¿Por qué ahora el infierno brillaba? Cuando mi mirada por fin logro acostumbrarse del todo me encontré en la situación más incómoda, mis vestimentas apagadas y rotas fueron cambiadas por una sudadera negra ajustada y por debajo de eso absolutamente nada, solo me lograban cubrir las sabanas de la enorme cama en la que me encontraba, las suaves sabanas acariciaban mi desnuda y cálida piel, reteniéndome, susurrando casi de la forma más divina que me siga hundiendo en ese sueño profundo hasta olvidar mi nombre y el color de mis ojos, pero no podía permitirme ese placer, no estando en un lugar que desconozco acompañado de las lámparas de fuego azul y rojo que iluminan todo. Mis ojos amenazaban con llorar ante el sentimiento de soledad, pero una soledad no posible de mi parte humana, era como estar atado a los sentimientos de otra persona, la ira corría por mis venas por momentos, pero sin llegar a actuar contra mis emociones ¿Esta era la marca del Dominus ex inferno? Porque si era así prefería darle mi ánima a cambio de estar en paz, pero no creía poder soportar la soledad real que involucra mi castigo real en este infierno. Entre mis pocos pensamientos sobre lo que pasaba a mi alrededor pude sentir el suave toque en la puerta, acompañado de una voz algo profunda pero amable, diferente a la de Caronte, pero con la misma aura de tranquilidad en ella.
-¿Puedo pasar señor Gustabo? Nuestro caput manda a llamarlo.-
-Adelante.-
Las enormes puertas de oscura madera brillante se abren, las mismas puertas que había ignorado entre las dudas estúpidas de mi cabeza, pero no fue lo más impactante, sino el ver entrar un bellísimo hombre, lo reconocía, su mirada brillante, pero un poco apagada por el ambiente, esos ojos que pasaron de verse algo amarillos a verse de un verde oscuro con leves toques claros, casi tan claros como la luz cuando ilumina las hojas de los árboles en verano para los humanos y sus cabellos castaños ordenados ¿Eso era realmente lo más impactante y bello? Claro que no, lo más hermoso en la habitación eran esas gigantescas alas negras, sus plumas se veían tan suaves y a la vez imponían un respeto que no me dejaba sacarlas de mi mente, me gritan, me incitan a verlas más a tocarlas ¿Serán tan suaves como pienso? ¿El señor del infierno también tiene estas bellezas en su espalda?
-Gustabo, vístase por favor, tiene cinco minutos, por seguridad deberé estar presente en esto.- Sus palabras frías y justas, como si fuera escrita para este momento.
No pude negarme a la idea de que me vea pues con una sola mirada me sentí aterrado del poder que tiene, supuse que seria capas de vestirme a la fuerza, tocando cada parte de mi piel para hacerme caer ante él y nunca más negarme a una orden del señor de los infiernos, pero eso no estaba en mi plan, tal vez podía fantasear unos momentos con sus suaves manos, pero a la vez llenas de cicatrices tocando cada rincón de mi ser, pero sabía que no serian cumplidas por el caído del cielo. Tome una camiseta negra y unos pantalones algo ajustados negros, por momentos deseaba saber por qué no logre distinguir la ropa del hombre alado.
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Incrustado en Inferno
FanfictionLuego de pecar por años llego el momento de su juicio con el mismísimo Dux Infernum ¿Sera capaz de poder soportar las torturas que el dueño del infierno le dará personalmente? "¿Que hiciste para llegar aquí Gustabin?" Intenabo