Capítulo 2

519 18 0
                                    


Alondra


Mientras corregía algunos exámenes, recordé la última vez que hice el amor conJane, me encantaba la manera en que me hacía suya, con una mezcla de inocenciay sensualidad que invadía todos mis sentidos. Desde que estaba con ella, meembargaba una felicidad que no podía explicar con palabras, pero que erareflejada por una sonrisa tonta que tenía casi todo el tiempo. Una sonrisa queno pasó desapercibida por mis compañeros de trabajo, aunque me esforzara enocultarla para no generar más rumores de los que ya tenía. Sin embargo, tuveque hacer una excepción con Brenda, pues no dejaba de preguntarme quien era laafortunada que me tenía con una sonrisa. Cuando decidí confesarle que aquellachica, era la misma mujer que había creado los espacios áulicos en elconservatorio, me pidió que se la presentara de inmediato.

Brenda, me había comentado hace mucho tiempo que deseaba realizar algunas remodelaciones en su apartamento y quería que alguien como Jane, le diera las mejores pautas en cuanto al diseño. Curiosamente, ese par se llevó muy bien desde el primer instante y eso me alegraba, porque de alguna forma sentía que al menos una parte de mi vida iba bien, aunque mi lado profesional fuera un completo desastre. De hecho, la directora había convocado a un Claustro de profesores para coordinar algunas actividades que se harían en la institución y exponer la información referente a mi caso. Una información que era totalmente falsa, pero que podía originar una sanción disciplinaria o el despido inmediato. Era inevitable no sentir esa sensación de angustia que me llevaba a no ser yo misma, porque a cada paso que daba, era como sentir miles de ojos sobre mí, aguardando a que diera un paso en falso para hundirme más en la miseria.

Y por si eso fuese poco, también debía aguantarme el constante acoso que recibía por parte de Rafael en algunos lugares de la institución. Lo que en un principio creí que era un acoso laboral entre compañeros, Brenda se encargó de explicarme que ese tipo manejaba una personalidad de un acosador perverso narcisista que deseaba desacreditarme a como dé lugar, tal como lo había hecho con otras docentes que no accedieron a sus chantajes. Así que me pidió de corazón, que me cuidara y que, si necesitaba ayuda no dudara en pedírsela, pues no quería que me pasara algo malo. Quizás no había llegado al borde del colapso, pero sí había estudiado la posibilidad de renunciar a mi puesto de trabajo, porque de algo estaba segura y era que ese idiota, no pararía hasta perjudicarme.

—¿Te encuentras bien? —alguien sostuvo mi hombro.

Me giré de inmediato y pude ver la silueta de Brenda, la única colega que no ha creído en los rumores que se han esparcido por todo el conservatorio.

—Sí, solamente es cansancio —respondí.

—Lamento que te convocaran a esa junta —dijo, con cierta tristeza.

—No te preocupes —expuse, al ver como tomaba asiento.

Brenda, se había convertido en un apoyo incondicional desde que ingresé a la institución, siempre atenta a lo que pudiera necesitar y dispuesta a darme una mano amiga con mis alumnos o con alguna otra actividad que debía desarrollar. Su comportamiento hacia mí era sincero, sin ningún motivo oculto o que pudiera darme a entender que deseaba algo más íntimo entre las dos, simplemente era una amistad sana que se había formado con el tiempo.

—Sé que no es el momento, pero ¿Has pensado en mí proposición? —preguntó.

Últimamente, había tenido tantas cosas en la cabeza que olvidé por completo darle una razón a Brenda. Se suponía que debía fingir ser su novia en aquella visita que tendría de sus padres y aunque lo había conversado con Jane, no estaba muy segura de hacerlo. No quería faltarle el respeto a Jane, aun cuando ella misma había accedido a la petición de mi amiga.

Mi segundo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora