Capítulo 4

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estaba inmóvil, mis brazos y piernas no respondían, estaba temblando y sentía que mi corazón se salía de mi pecho, se acercaban cada vez más y más, quedaron a pocos centímetros de mí, y sentí un frío que congelaría hasta los huesos, y de un abrir y cerrar de ojos... todo estaba oscuro, pensé por unos minutos que había muerto, pero no fue así, de tanto miedo me había desmayado y caí de cara al suelo, desperté en una cama de hospital y miré a mi alrededor para saber si estaba soñando o si era la realidad, una enfermera se acercó a mí, me dijo que mi casa se había incendiado mientras dormía, mi brazo estaba roto y tenía raspones y cicatrices en mis brazos, piernas y abdomen, intenté decirles que había unos niños extraños en mi casa, pero me dijeron que no había nadie y no había rastros de cadáveres, me dijeron que por fortuna el incendio no había causado mucho daño material, por lo que algunas cosas se conservaron intactas, un tiempo después me dieron de alta y salí del hospital, me fui y por alguna extraña razón alguien que no conocía había pagado mis cuentas del hospital, cosa que me sorprendió un poco, al volver a casa ví que varias de mis cosas estaban intactas, otras estaban quemadas y otras simplemente estaban sucias, me tumbé en un sofá casi intacto, y me relajé, aunque en mi mente seguía aquella imagen de los Ángeles, fui a la cocina por comida y un poco de agua, era un poco difícil hacer casi todo con un solo brazo, comí con los pocos recursos que me quedaban, fuí y me tumbé en mi cama, que por suerte estaba intacta, al estar en mi cama me intenté dormir, pero apenas y podía, me estaba volviendo loco, o eso creía, quería dormir tranquilo, pero me era imposible, decidí tomar mi teléfono celular y poner algo de música, de vez en cuando sentía un poco de estática en algunas partes, me relajé y lentamente sentía mis ojos pesados y mis párpados unirse poco a poco

Demonios con Disfraces de ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora