Día 2: Trabajando

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Daba saltos lo más rápido que le permitía su cuerpo, la falta de aire lo tenía exhausto pero la deliciosa sensación de tener ese falo entrando y saliendo de él, lo tenía loco de deseo por más. Sentía sus nalgas ser apretadas y piñizcadas por las fuertes manos del ruso que tenía bajo él, así que con su ayuda aceleró sus movimientos subiendo y bajando bruscamente, solo faltaba un poco más, estaba tan cerca

—¡EY PERRO!¡ABRE LA PUERTA! — El sonido de la puerta siendo golpeada fuertemente rompió todo el ambiente. Ambos soltaron un gemido lastimero al detenerse, Horacio adoraba a su hermano, pero en esta ocasión lo quería matar, no solo había arruinado su orgasmo sino que también le estaba jodiendo a altas horas de la mañana.

Bajando la vista miró a Volkov, se encontraba tratando de regular su respiración y restregando su cara con las palmas de su mano en señal de frustración. Asimilando que todo se había ido a la mierda, se paró y con las piernas temblorosas se paseó por la habitación buscando su ropa interior. Una vez que lo encontró, se limpió el resto de fluidos y lubricante con una camiseta cualquiera y se puso su bóxer de estampado animal print caminando irritado hasta la entrada del departamento.

—¡Joder hasta que por fin te dignas a abrir la puerta tío! — Exclamó un exasperado Gustabo, el hombre odiaba esperar y tener que chancar la puerta de la casa de su hermano a las casi siete de la mañana no era exactamente lo que planeaba para un sábado en la mañana.

—Que cojones quieres — Reclamó en voz baja, no quería hacer mas escándalo a demás de que tampoco quería fastidiar más a su novio, debía estar irritado por la interrupción.

El de ojos azules volteó los ojos. — Joder, alguien se levantó de mal humor. Créeme que estar aquí a esta hora no es algo que sea de mi agrado, pero son órdenes del viejo. Nos necesita cubriendo nuestros puestos, al parecer hubo una serie de mierdas por la noche de las que tu y el cabeza pequeña se hubiesen enterado si no hubiesen apagado sus móviles para comerse el culo. —Reclamó haciéndose paso y entrando al departamento del menor con total naturalidad dirigiéndose a la cocina donde un ruso con cara de pocos amigos, cabello mojado y vestido únicamente con un pantalón de pijama se encontraba sacando una botella de agua del refrigerador. — ¡Oh! Sigues aquí, de puta madre, ya no tendré que ir a tu casa. — Dijo mientras tomaba una manzana de la cesta de frutas y procedía a darle una mordida. — ¿Tengo algo en la cara? Vayan a cambiarse. — Exclamó haciendo señas con sus manos.

Los dos hombres entraron uno detrás del otro a la habitación, volkov ya se había dado una ducha rápida por lo que solo Horacio entró al cuarto de baño para luego empezar a alistarse al lado del mayor.

—Estás bien? — Dijo mientras pasaba por su cuello el colgante con su placa.

—¿Tú estás bien? — Respondió poniéndose toscamente su camiseta con el logo del CNP—Estoy frustrado Viktor, esta semana ha sido dura, yo lo único que quería era tener un buen orgasmo y dormir a gusto a tu lado —Hizo un puchero abrazándose del ruso quién le correspondió de inmediato.

—No te preocupes, el día pasará rápido y en cuanto menos lo esperes, me tendrás follándote tan fuerte que querrás que pare — Consoló susurrando en el oído del menor lo último. El de cresta sonrió y sellando su promesa con un beso, salieron de la habitación para iniciar con la jornada del día.

Por desgracia para Horacio, el día había pasado increíblemente lento para él eran tan solo las dos de la tarde y ya estaba harto. Lo habían separado de su hermano en comisaría atendiendo denuncias mientras que el otro patrullaba. Al parecer a la ciudadanía le había parecido perfecto pasar la mañana en comisaría haciendo denuncias sin valor, ni datos que podrían ayudarles.

Cerrando su libreta terminó con la última persona asignada a su persona. Se estiró, observando como por la puerta de comisaría entraba el superintendente junto con sus comisarios. Suspiró, Viktor era guapísimo, se sentía tan afortunado de poder tener todo ese hombre para él. El mencionado al sentirse observado desvió la mirada para encontrarse con la mirada del crestas, guiñó un ojo para después reír por lo bajo y seguir su camino al notar el sonrojo de su novio.

VOLKACIO VALENTINEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora