Capítulo V: Un nuevo mundo.

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La tercera plaga. Dios no solo quiere acabar con nuestra existencia, sino que también quiere que nuestro único hogar se extinga. Los bosques cubiertos de cenizas y sus maderas carbonizadas eran indicios de su plan. La contaminación y las toneladas de basura acumuladas alrededor del planeta son la razón de su actuar, incluso se siente que después de los primeros brotes, el aire se hacía denso, dificultando la respiración. Esto venía desde hace años, solo que en ese minuto era como si se hubiera multiplicado por diez.

Eran las ocho de la mañana aproximadamente, yo me encontraba en la cafetería sirviéndome un té. Estaba amargo, apenas pude echarle dos cuartos de cucharada de azúcar. Por lo general solía echarle tres o cuatro cucharadas al té, me gustaba lo dulce. Mi mamá solía decirme que al final iba a ser a mí a quién le daría un ataque al corazón a los cuarenta años, seguramente estaría agradecida de que aquí me obligan a consumir lo menos posible. Recuerdo esos desayunos en la cama como si fuera ayer, me reía debido a la felicidad que me traía. Siempre mantendré esos pequeños recuerdos dentro de mi corazón, mientras más acumule, más razones tendré para continuar luchando.

—Ey, te ves animado —se acercó Tony.

—Buenos días, ¿dormiste bien? —saludé mientras tomaba un sorbo de té.

—Sí, ¿y tú?

—Un poco adolorido.

—Era de esperar, no estas acostumbrado a tener que dormir en el suelo durante semanas, pero con un poco de estiramiento mañanero se te pasará. ¿Listo para salir?

—¿Salir? ¿A dónde?

—Hoy el viejo mandará un escuadrón para reconocer la zona en busca de gente y recursos. Tú estarás en el escuadrón conmigo, si quieres ir claro.

—¿Entonces ahora soy un soldado?

—Mh nah, eres un superviviente, al igual que toda esta gente. Nadie te está obligando a ir, pero, si te soy sincero, si sales te darás cuenta de muchas cosas, entre esas, la oscuridad del humano.

—¿Por qué dices eso? —tomé otro sorbo.

—Un hombre que se está ahogando se agarrará de lo primero que encuentre con tal de salvarse. Puede ser instinto, o desesperación. Mi papá solía decirme eso.

—Interesante.

—Alguien con hambre es capaz de hacer cualquier cosa, y no siempre será la salida más moralista que haya, sino la más fácil.

—¿A qué hora salimos? —me tomé el té al seco.

—En veinte minutos, sígueme para entregarte tu equipamiento.

Me llevó a lo que parecía ser un museo de armas y municiones, había closets llenos de fusiles, rifles, escopetas, pistolas, de todo. Ahí se encontraban tres personas más, tres especialistas en tres áreas distintas de combate.

La primera, Samantha Reyes, experta en combates cuerpo a cuerpo, especializada para operaciones de sigilo y espionaje, su capacidad de interrogación es inigualable para cualquier agente del país. Manipula psicológicamente a sus enemigos, posee una gran cantidad de información sobre sus oponentes que, a la hora de la verdad, no se guarda absolutamente nada con tal de que se orinen encima. Su armamento es sencillo, una pistola brasileña con silenciador y un cuchillo muy bien afilado, es ágil, el poco peso y su gran condición física le permite movilizarse con suma facilidad por cada rincón del planeta sin que nadie la detecte.

El segundo, Nicolás Alameda, más conocido como el maniático de las bombas. Especialista en explosivos de todo tipo. Cuenta con unos lentes capaces de detectar cualquier tipo de electrónica a su alrededor, además de poder visualizar un ambiente térmico brindado así poder simular situaciones antes de ser ejecutadas, como el plantar una mina claymore o de proximidad, incluso una lata con pólvora en su interior. Su equipamiento, hablando en peso, es moderado, pero es más que suficiente para ejecutar una misión a la perfección. Cuenta con un subfusil MPX, y una Desert Eagle, pistola semiautomática de alto calibre reconocida a nivel mundial por su silueta gruesa y su gran cañón. Principalmente opera en situaciones de distancias medias, no más de cincuenta metros de distancia con sus enemigos, ya que opera de manera más táctica que agresiva.

El último hombre en pieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora