Capítulo III

93 4 0
                                    

Sam había llegado a su casa cuando de repente escuchó la música de un violín que salía de su patio, su curiosidad le llevó al patio y vió a un chico tocando el violín bajo la luz de la luna. Tocaba New Soul de Yael Naim.

Sam lo observaba desde la puerta sin hacer ni un minúsculo ruido para que no se asustase el chico. Pero se dió cuenta de que le estaban observando y miró a Sam fijamente.

—¿Por qué paras?—Dijo Sam dando un paso hacia adelante.

El chico se asustó, trepó la pared y se fué haciendo parkour por los tejados como un gato callejero.

—¡Espera no te vayas!—Dijo sam saliendo al patio.

Esperó varios minutos a que volviera pero al ver que no volvía Sam se fue a su habitación a intentar dormir a pesar de que el insoportable calor no dejaba dormir ni a dios y a su madre.

Llegó la mañana y tenía varios mensajes en el whatsapp, era del grupo de "Locas sin fronteras"

Sara: Es sábado, y qué significa eso?
Irene: Que tendré que ir al cursillo a fingir que no se nadar(?)
Sara: RIKKI!! Alegrate por lo menos de tu casi-cita muhe' ^-^
Sam: Tengo que ir yo también?
Ana: Casi-cita? Q me he perdido?
Irene: Nada, que estas putas locas me han conseguido una casi-cita con el tio bueno del socorrista.
Ana: Uy eso no lo sabia, q mas cosas me ocultais perras?
Sam: Bueno pues que anoche se coló un loco en mi casa y se puso a tocar el violín.
Irene: Venga ya, falta mucho para los santos inocentes, Sam.
Sam: no, en serio, anoche se coló un tío a tocar el puñetero violín y cuando me pilló observándole se piró, haciendo parkour.
Ana: Y estaba bueno?
Irene: Ay qué muhe' más superficial por dios -_- … pero estaba presentable or nah?
Sam: No lo sé estaba cansada y la única luz que había era la de la luna.
Sara: Bueno pero seguro que vive aquí y seguro que lo ves de día. Pero al grano, hoy a las 6 y media quedamos en la piscina. TODAS, sobretodo la estrella (Osease, Irene)

Pasaron las horas y por fín llegaron las 6 y media. Estaban todas en la piscina como habían quedado.

—Y ahora a actuar. ¿Pa qué me juntaría con vosotras?—Dijo Irene suspirando.

—Sí sí pero admite que te lo pasas bien con nosotras.—Dijo Ana sonriendo.

Irene se fue con Nicolás y aprendió a nadar mejor de lo que sabía.

Pasaron dos horas e Irene fue al césped donde estaban sentadas las demás.

—¿Qué tal te ha ido la casi-cita pulgarcita?—Dijo Ana entre risitas.

—Genial, hemos quedado el sábado que viene, creo que me ha pedido una cita.—Dijo Irene entusiasmada.

—Uuuhh, Irene y Nico sentados en un árbol dándose besitos cogidos de la mano.— Cantaba Sam sonriente.

—Qué infantil eres por favor.—Empezó a decir Irene cuando…—¡COLUMPIOS NUEVOS!—Y se fue corriendo a columpiarse en los nuevos columpios.

—Pa' que luego diga que la infantil eres tú si es que…—Dijo Sara mirando a Irene con cara de Are You Fucking Kidding Me?

—Tengo hambre.—Manifestó Sam.

—¿Vamos a la pizzería donde trabaja mi Dani?—Sugirió Ana.

—No veo porqué no.—Sentenció Sara.

—Me pido la cuatro quesos.—Dijo Irene que se había vuelto a incorporar en el grupo.

Fueron hasta la pizzería y cenaron allí, pasaron las horas y volvían a ser las dos de la mañana.

Sam volvió a su casa y volvió a oir el violín, ahora tocaba Mirrors de Justin Timberlake.

Sam, que quería verle la cara y saber quien era ese misterioso violinista loco, fue corriendo hacia él y sin pensárselo dos veces le agarró un brazo pero el chico quiso soltarse y consiguió un arañazo profundo y soltó un alarido.

—¡AAAAAAAAHH!

Sam se asustó y le soltó el brazo corriendo. El chico se cayó al suelo de culo soltó el violín y el arco y se agarró el brazo que Sam accidentalmente le había arañado. Estaba sangrando.

—¡Lo siento!— Exclamó Sam preocupada.—Déjame curarte al menos por favor.

Sam se fue a por gasas, agua oxigenada, vetadine, vendas y algodón corriendo.

En la entrada al patió se olvidó del escalón y se calló de morros al suelo.

—No si al final seré yo quien te cure.—Dijo el chico sonriendo, aunque lo que quería en esos momentos era llorar por el dolor del arañazo.

—Ya estamos en paz…—Dijo Sam algo extrañada por la voz del chico que le resultaba familiar.

—No, para nada, ¿por qué no has huído o gritado como una estúpida fangirl?—Dijo extrañado el chico.

El chico era mediano, era una mezcla entre Mangelrogel y Tumamametoca Tenía los ojos azules como el cielo y llevaba una camiseta de Totoro puesta, unos pantalones cortos y unas vans negras.

—Eh, las fangirls no son estúpidas. Solo necesitan amor y si se lo da su ídolo mejor que mejor.—Dijo Sam empapando un algodón con agua oxigenada, después miró a la cara del chico y se quedó boquiabierta.—Emm…

—(Uff ya empezamos…)—El chico levantó una mano como diciendo un "¿Y bien?"

—No, nada… es que es como si Tuma y Mangelrogel hubiesen tenido un hijo.—Dijo Sam limpiando el brazo del chico con el algodón impregnado de agua oxigenada.

—¡IIIISH!—Dijo el chico manifestando el dolor.—Nadie me había respondido eso, solo han gritado y o se han tirado sobre mi o se han desmayado.

—Jajajaja, venga ya no seas exagerado.—Dijo Sam riendo a carcajadas mientras ahora con otro algodón lleno de vetadine curaba el arañazo de su brazo.

—A mi no me digas nada, díselo a las fangirls que hay por la calle.—Dijo el chico haciéndose el indignado.

—Tú no eres de aquí, ¿verdad?—Dijo Sam poniéndole un par de gasas con más vetadine.—Sujeta.—Ordenó.

—No, no soy de aquí, soy de Granada. Ya lo sé, está algo lejos…—Dijo el chico sujetando las gasas con los dedos.

—Y tanto, son dos horas en coche. No harás 176 km todos los días ¿no?—Dijo Sam mientras le vendaba el brazo.

—Y si los hago ¿qué tiene de malo?—Dijo el chico mirando como Sam le vendaba en brazo.—Curas bastante bien, ¿eres enfermera?

—No, me lo enseñó mi madre. Ella si que es enfermera.—Dijo Sam mientras recogía todo.

—Pero dígame doctora. ¿Podré volver a tocar el violín?—Poniendo cara de preocupado.

—Pero que tonto eres, pues claro que podrás tocarlo, solo ha sido un arañazo no una amputación.—Dijo Sam sonriendo tontamente.—Por cierto ¿cómo te llamas?

—Ramsés.—Dijo algo avergonzado el chico.

—Qué nombre más bonito. Es especial y diferente, no deberías avergonzarte tanto.—Dijo Sam cruzando las piernas para estar más cómoda en el suelo.—Por cierto yo soy Samanta, pero puedes llamarme Sam. ¿Edad?

—24, ¿y tú?—Preguntó Ramsés mirando a los ojos de Sam.

—22.—Contestó Sam.

Sin darse cuenta ninguno de los dos había empezado a amanecer.

—Tengo que irme, es tarde.—Dijo Ramsés levantándose rápido y subiéndose a la tapia.

—Mañana volverás ¿no?—Dijo Sam levantándose tras él.

—¡Claro que sí joder!—Dijo Ramsés imitando a Tuma sonriendo.

—Idiota.—Dijo Sam sacándole la lengua.

Después de que se hubiera ido saltando tejados como un gato callejero, Sam estaba muerta de sueño y se fué a dormir.

Un violinista en mi patio || #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora