Prólogo

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Una mirada al pasado 

30 de julio de 2003

- ¡Ten cuidado con lo que haces, Luke! Casi das a mi hermana, tío.

- Bah, ¿qué más da? Luego eres tú el primero que le lanza globos de agua.

- ¡Pero es mi hermana, tengo derecho por… por… por heredero!

- Bueno, chicos, estoy aquí. – Si no me hacía notar sabía que acabarían en una guerra de globos de agua por una tontería como esta.

¿Que qué había pasado? Pues simplemente que desde que llegué por primera vez a esta casa, Luke ha tenido un afán con recibirme a base de globazos. Sé que suena fatal, pero para mí ya es una tradición. Además, me siento unida a Luke de alguna forma.

Ante ese pensamiento no puedo hacer otra cosa que sonrojarme. Y cómo no, mi querido hermano se ha dado cuenta.

- ¡Em! ¡Te has sonrojado! – oigo a mi hermano reír mientras miro al suelo. Maldita sea.

Unos minutos después, que a mi parecer fueron eternos, oigo cómo los chicos desaparecen. O eso creo, ya que cuando levanto la mirada me encuentro con Luke observándome con diversión.

- Emmmmmmm, ¿pasa algo Luke? – Pregunto completamente sonrojada.

­­- No, no, nada. ¿Quieres que te ayude a colgar la camiseta? Puedes resfriarte.

Esta era la primera vez que Luke se ofrecía a ayudarme en algo. Y era extraño.

- Sí, claro. Sólo espera a que me camb – fui interrumpida por un sonoro grito de niña. Sarah.

- EMMA, YA HAS LLEGADO. QUÉ EMOCIÓN. VAMOS, VAMOS, que los chicos guapos no esperan.

Y así se esfumó mi oportunidad de estar un rato a solas con mi amor platónico.

17 de agosto de 2007

No sé a quién se le ocurrió la maravillosa idea de jugar a la botella, pero cuando lo propusieron y Sarah me arrastró con ella no pude hacer nada más que resignarme. No había quién le negara algo cuando se lo proponía. Y en ese momento su propósito tenía nombre y apellido. Apellido idéntico al mío.

- Sarah con… ¡Albert! – observé cómo mi amiga ponía una cara de disgusto. Albert no había parado de piropear a Sarah en todo el verano, y sabía que no le agradaba en lo más mínimo. Curiosamente ella también tenía un enamoramiento por el hermano de su mejor amiga. Véase mi hermano.

Sarah había sido la atención de todos los chicos este verano, su cambio de un año para otro fue radical. Se tiñó el pelo de un color más claro pero que parecía natural, además de que había perdido una gran cantidad de peso y se veía mucho más segura de sí misma. Así que este verano hemos tenido a cientos de babosos alrededor de nosotras cada vez que vamos a la playa. Y más de una vez he pillado a mi hermano mirándola con ojitos. Lo que quiere decir que él también ha caído en sus redes.

Después del besito de Sarah me tocó a mí hacer rodar la botella. Y es por eso que estoy a escasos centímetros de la cara de Luke con un sonrojo considerable y a instantes de dejar que mi amor platónico me dé mi primer beso. Lo sé, patético, con 15 años y sin haber sido besada.

- Prometo que te gustará, dicen que soy el mejor besando. – Me dice con su característica sonrisa arrogante.

-Oh, demonios, hazlo de una vez, ¿sí?

Y antes de que me dé tiempo a reaccionar, siento su boca encima de la mía. Pero no es un besito como el que se han dado Sarah y Albert. No. Este beso es un beso de verdad. Siento cómo delinea con su lengua mi labio inferior y yo me dejo hacer abriendo la boca y permitiendo que entre su lengua. Este beso está yendo mucho más lejos que en mis mejores sueños. Y realmente siento que no importa nada más que nosotros dos. Pero dicen que lo breve, dos veces bueno. Y obviamente este momento no es la excepción. Luke se separa antes de lo que a mí me habría gustado cuando escuchamos unos cuantos silbidos del resto de los presentes, y me mira con una sonrisa de chulo que ahora mismo, a pesar de haberme dado un grandioso beso, le borraría con una patada en la cara.

- Te ha gustado, ¿verdad? Te dije que era el mejor besador.

Sé que estoy completamente sonrojada, pero me trago mi vergüenza e intento parecer segura cuando digo:

- Bueno, los he tenido mejores. Me esperaba más, la verdad.

Según digo eso, me levanto, con una sensación muy conocida en la boca del estómago: decepción. Me obligo a mí misma a contener las lágrimas hasta llegar a la seguridad de mi cuarto. Sobre todo porque este es el momento en el que me doy cuenta de que jamás podré olvidar ese beso y de que estoy completamente enamorada de Luke Rhodes.

31 de agosto de 2010

Odio el último día de las vacaciones. Pero lo odio más porque sé que no voy a volver a ver a Luke en mucho tiempo. A Sarah la veré más veces, básicamente porque vivimos juntas a partir de este año. Vamos a ir las dos a la misma universidad, y gracias a que nuestros padres están en una buena posición social nos han alquilado un precioso piso cerca del campus. Sólo para nosotras dos.

Estoy emocionada por esta nueva aventura, pero despedirme de mi Luke y del resto de su familia no es algo que me resulte agradable. Siempre se me dan mal las despedidas y acabo llorando como una magdalena.

Al ser el último día, los pequeños de la casa decidimos salir a un bar a pasarlo bien para despedir el verano a lo grande.

Y ahora me encuentro cuidando de un borracho muy borracho mientras mi hermano y Sarah están haciendo qué sé yo en yo qué sé dónde. Exacto, estoy al cuidado de un Luke que no es capaz de mantenerse en pie por sí solo y no hace más que decir cosas sin sentido.

- Emma, me encanta tu pelo, es taaaaaaan suave. – dice con dificultad mientras me toca el pelo de una forma un poco brusca. Realmente me cuesta entender algunas cosas.

- Sí, precioso, pero deja de tocar mi pelo, me haces daño.

- Yo nunca te haría daño, ángel.

¿Ángel?

- No lo entiendo – sigue diciendo Luke -, lo intento pero no logro entenderlo.

- ¿Qué no entiendes, Luke?

- Por qué no puedo olvidar tus ojos. Y por qué cuando te veo me sudan las manos.

Espera, ¿qué?

- ¿A mí? – pregunto confundida.

- Sí, a ti, ángel.

Decido no escuchar más locuras y le arrastro hasta que consigo llevarnos a casa y una vez allí, con sumo cuidado le meto en la cama.

**************

A la mañana siguiente ya estaba todo metido en el coche, sólo faltábamos nosotros, pues estábamos despidiéndonos. Y no sabía cómo hacerlo con Luke. Sé que a duras penas se acordaría de lo que dijo anoche, pero si se acordaba iba a ser todavía peor.

Después de despedirme de mi mejor amiga (sin llantos esta vez), le llegó el turno a Luke. Cuando nos abrazamos me dijo al oído:

- Anoche, ¿dije algo sobre ti y sobre… mí?

Supe en ese instante se arrepentía de lo que había dicho, así que fingí que no pasó nada.

Y pocas horas después estaba llorando amargamente en mi cuarto.

Un cambio inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora