pesadilla en tamaño real

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Fui corriendo a ver que pasaba en la cocina y que había causado ese golpe tan fuerte. Abrí la puerta de la cocina y me lo encontré. A mi hermano tirado en el suelo inconsciente y con un charco que rodeaba su cabeza. Lo primero que hice fue llamar a gritos a mi madre e intente reanimarle. Mi madre reaccionó bien. Llamó a ambulancias y mientras que les contaba que había pasado se notaban sus nervios en la voz. Mientras que esperábamos a la ambulancia le tapamos la herida para evitar que saliese más sangre. Lo estoy contando muy relajada pero esa situación fue la más agobiante y terrorífica de mi vida. Mi hermano seguía inconsciente y nuestra paciencia disminuía.

Por fin llegó la ambulancia le pusieron una venda y se lo llevaron en una camilla. Mi angustia crecía hasta que me dió una ataque de ansiedad. Mi madre intentaba relajarme pero volver a recordar en esa imagen todavía me deja sin saliva. Llegaron al hospital y nosotros fuimos en taxi. El tiempo de espera sin saber nada fue lo peor de todo.

Vimos salir a un médico y fuimos corriendo a saber que nos tenía que decir. No eran buenas noticias. El golpe que se había dado era muy grave y era posible que perdiese la memoria. En ese instante mi madre se derrumbó y rompió a llorar. Yo intente consolarla disimulando el dolor que sentía por dentro.

Después de 3 horas volvió a salir el médico a decirnos que había posibilidad de operarle. Mi madre sin pensarlo dijo que si. Así es como sometieron a mi hermano a un quirófano.

La operación duró 6 horas y afortunadamente todo salió bien. El sentimiento de alivio de mi madre y mío se notaba en el ambiente. Pasamos a verle y estaba inconsciente pero igualmente mi madre le hablaba como si le estuviese oyendo.

Todo este tiempo fue angustiante pero vi la luz al final del túnel. Hubo algo que me dió fuerza. Era Hugo. Se había enterado por Daniela de lo que había pasado y vino al hospital. Al verle entrar por una puerta toda mi esperanza perduró.

Me dijo esto:

HUGO: que tal estas?
YO: bueno se intenta estar en pie
HUGO: bueno estoy aquí por si quieres desahogarte
YO: gracias hugo te lo agradezco
HUGO: nada pequeña para eso estamos
YO: necesito llorar
HUGO: ven vamos a la cafetería
YO: vale

Fuimos a la cafetería y me permití llorar y explicarle todo el dolor que llevaba dentro de mí y que no podía mostrar por mi madre. Me ayudó muchísimo hablar con el porque me conoce mejor que nadie. Más tarde fuimos a las salas de espera se sentó y yo puse mi cabeza en sus piernas y lloré lo que me quedaba por llorar. Me sentí mucho más liberada y incluso un poco feliz porque al fin y al cabo toda la operación había salido bien.
Sentir su valor de nuevo y sus caricias en mi cara fue como una brisa de aire fresco. No quise meter el tema porque no era el momento pero yo lo sentí y era real.

HUGO: Lidia oye que me tengo que ir que tengo que ir a por una cosa del Instituto
YO: vete tranquilo

otro amanecer sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora