La historia de su sonrisa.

7 0 0
                                    

Cada mañana se planteaba como guardar su sonrisa en una caja, como poder tenerla cerca cuando él no estaba. Y cada mañana obtenía la misma respuesta, "No hace falta que la guardes en ninguna caja. Deja que el resto disfruten de ella, tú eres quien la provoca, eres quien más la ve." y mientras ella no conseguía dejar de escuchar como esas palabras se deslizaban entre sus labios, se preguntaba como todavía no se había dado cuenta de que aquella sonrisa, era sólo suya.
Ella le daba ganas de hacer, él ganas de ser y así pasaron los días.
Sin buscar el mínimo síntoma de egoísmo, era suya, tal y como aquel que dice esos dichos sobre la piel y las palabras, lo mismo pasaba.
Ella le daba ganas de hacer, él ganas de ser y así pasaron los días.
Ella seguía sin saber cuando se le otorgó aquel título, jamás le habían dado nada de aquella manera ya que ella nunca creyó merecérselo, pero eso sí, pocas cosas consiguieron por tanto tiempo su felicidad. Felicidad sí, no me he equivocado de palabra. Su sonrisa, sus ganas, hasta su forma de quejarse cuando se enfadaba, eso le hacía feliz aunque él no supiera ni una pizca de sus pensamientos cada vez que ella le miraba con la mirada perdida haciéndose la cuerda cuando le descubría. Por que ese era su truco, hacerse la cuerda siempre que estaba entre sus brazos, cada vez que se perdía en su mirada.
Ella le daba ganas de hacer, él ganas de ser y así pasaron los días.
Le gustaba esconderse en su pecho, aquel lugar donde ella dejaba de sentirse parte del mundo y pasaba a ser solo ella. Sí, su pecho era su simple refugio y he de decir que nunca consiguió un sitio así, teniendo en cuenta que jamás volvió a necesitarlo.
Ella le daba ganas de hacer, él ganas de ser y así pasaron los días.
¿Qué si discutían? Claro que lo hacían, muchas veces. El tener la cabezonería como virtud era algo de lo que ninguno de los dos carecía pero he de admitir que lo que más hacían era quererse y conocerse. Se conocía día si, día también y a cada beso que se daban más se conocían, más se demostraban y sobre todo, más se sentían.
Ella le daba ganas de hacer, él ganas de ser y así pasaron los días.
Ella le daba las gracias con una amplia sonrisa cada vez que se despedía, siempre que a ella le tocaba alejarse y volver a la realidad, a su realidad. Pero lo que no tengo claro es si él entendía lo mucho que le agradecía, y por todo lo que lo hacía, pero como siempre digo, eso nunca llegaré a saberlo con certeza; secretos de uno.
Perdón. ¿He dicho hacía? Hacía y hace. Y hará. Hasta él le siga dando el título de "dueña de su sonrisa".


Ella le daba ganas de hacer, él ganas de ser y así pasaron los días.

La historia de su sonrisa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora