"Las almas sin sentido buscan su lugar"

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El pueblo le dio la misma sensación que Tokio. Las personas iban de acá para allá como si no hubiese un mañana, se oían los gritos de los vendedores.

Varias personas la observaban de reojo.

Hinata bajó la mirada.

Según las palabras de Laydi Tsunade, aquí seria donde debía encontrar al monje.

Observó los puestos de comida y el olor inundó sus fosas nasales causando que su estomago gruñera.

Hizo una mueca y revolvió en la bolsa. Sacó un par de monedas. Observó a su alrededor, preguntándose si debían descansar y comer algo.

Las personas continuaban observándola para su incomodidad, cuando Hinata se dio cuenta que no la miraban a ella, si no a su compañero.

Mordió su labio observando al pelinegro. Miraba al frente sin percatarse de las miradas dirigidas hacia su persona.

No eran miradas buenas. La mayoría alejaban a los niños curiosos que se acercaban o cambiaban de rumbo cuando lo veían.

Sin tener mas opción, Hinata se dirigió a una taberna.

Se colocó frente a la puerta, debatiéndose si podría entrar ya que era menor de edad. Pero el estomago comenzó a gruñir e ingresó.

...

Todas las miradas se dirigieron a ella en cuanto se acercó al mostrador. El hombre de cabello blanco enarcó una ceja en cuanto se sentó.

—Dile a tu amigo que no se quede parado en medio de la nada —dijo. Hinata se sobresaltó y observó hacia atrás.

Sasuke se encontraba frunciendo el ceño mientras observaba todo el lugar. Sin embargo, antes de que Hinata dijera algo, sasuke desapareció en un parpadeó.

Con un suspiro volvió su vista al frente. Sabia que volvería, si hubiera sido así de fácil, el pelinegro lo habría hecho desde el principio.

—Lamento decirte que tendrás que ordenar e irte —dijo el hombre limpiando el mostrador—. Las mujeres no pueden ingresar solas.

Hinata suspiró.

Cuando el hombre le dio su orden, Hinata lo tomó.

—D-disculpe —dijo con un hilo de voz. El hombre gruñó dándole a entender que la escuchaba-. ¿Usted s-sabe d-donde vive el m-monje?

El hombre achicó los ojos en su dirección, como queriendo examinarla. Hinata bajó su mirada avergonzada.

—Espera aquí —dijo con rudeza. Hinata observó como su espalda desaparecía por la puerta trasera. Sus hombros se relajaron.

—No deberías mostrar tus ojos como si nada.

Hinata levantó su vista al oír aquella voz. Era de una persona cubierta de pies a cabeza. Una capucha cubría su rostro, le era difícil definir sus rasgos. Solo una pipa que sobresalía.

Estaba en una esquina, a pocos metros de ella.

—El monje no esta aquí —dijo. Era una voz gruesa, aspiró la pipa y expulsó el humo convirtiéndolo en círculos que ondeaban el aire—. Aquel tabernero solo fue a buscar a un cazador. Pagaran mucho por tus ojos.

Hinata tragó saliva al recordar como aquel sujeto buscaba ver sus ojos. Observo a la extraña persona. ¿Debía creerle?

—Si quieres encontrar al monje. Te sugiero que vayas al limite del pueblo, donde comienza el sendero que se conecta con la aldea vecina. Encontraras su casa —dijo. Hinata vislumbro una sonrisa—. No pierdes nada intentándolo, ¿verdad?

El bosque de las luciérnagas [𝒮𝒶𝓈𝓊𝒽𝒾𝓃𝒶]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora