Miro a mi alrededor desconcertado, ya no sé que pensar. Observo mis manos y me doy cuenta de que ya no las siento por mas que las muevo. Me levanto hacia la cocina y lleno un vaso con agua, lo bebo y me doy cuenta de que ya no lo siento. Me deslizo hasta mi cama y tumbado me doy cuenta de que el dolor de mi alma, sí, lo siento.