EPILOGO

742 108 26
                                    

5 años después

--Jimin levántate, vas a llegar tarde-- una mujer alta, con vestido floreado y sosteniendo un tazón en su brazo, hablo -- será tú primer día, te quedaras sin sitio para sentarte -- y salió cerrando la puerta. Jimin saco las colchas de su rostro y se sentó en ese mismo lugar, rasco un poco su nuca y se dirigió al baño.

Luego de tomar una ducha y colocarse las prendas planchas que dejo su madre dejo sobre su silla, bajo las escaleras mientras acomodaba su cabello con la mano y dejo su mochila aun costado.

--Buenos días ma-- tomo lugar en la mesa-- ¡papá se fue a trabajar?

-- No, solo fue a comprar café, ya debe de estar regresando--se dio la vuelta y coloco un hotcake en el plato de el rubio -- mira esas ojeras, te había dicho que no te quedaras hasta tarde jugando videojuegos-- Jimin solo le sonrió y coloco un poco de miel en su plato.

Ya había pasado cuatro años desde que dejo el orfanato, gracias a una pareja de buen corazón que lo eligió a pesar de ser un desastre en esos momentos. No recordaba sus años ahí dentro, después de una intoxicación que llego a tener, donde le informaron que fue por el descuido de una hermana al dejar los utensilios de limpieza al alcance de cualquiera y después de pasar un tiempo hospitalizado, fue transferido a otro orfanato lejos de ese pueblo.

Pero si había algo que aun guardaba en su memoria, era el recuerdo de llorar mientras abrazaba un collar, mismo collar que desde ese entonces nunca se quieto. No porque fuera el colgante más hermoso del mundo, sino porque le dolía el pecho cuando se lo quitaba.

Era feliz, bueno, es feliz

Su madre es una de las personas más dulce del mundo y su padre es muy comprensivo con él, se extraña mucho que Dios no los dejara tener hijos, siendo la pareja más perfecta y madura, convirtiéndolos en la mejor familia.

Estaba de camino a su colegio, a su padre recientemente lo ascendieron y lo asignaron a otra zona y con él se fueron su madre y él. Había estado investigando sobre cosas para hacer en su tiempo libre y descubrió un estudio de música, no espero ni dos minutos y ya había llenado el formulario y pagado las clases.

Una vez llego a sus clases, sintió cómo si las horas pasaran volando, dando lugar a un excelente primer día, ya tenía tres nuevos amigos y conoció a un chico castaño muy raro y de sonrisa muy única, algo le decía que sería su nuevo mejor amigo.

Ya habían culminado las clases así que se dirigía a paso lento, disfrutando de la música de sus audífonos y la hermosa vista de esa tardes, nunca antes había tomado clases de música, pero siempre fue algo que le llamo la atención.

Camino por los pasillos con los audífonos a todo volumen y dando saltos y giros por lo que no se dio cuenta que se estaba acercando a un chico de suéter con capucha azul provocando que ambos colisionaran en el suelo.

-- Lo siento, no te llegue a ver—Jimin se colocó rápido de pie y estiro su mano para ayudar al chico, este lo miro un rato y después de pensarlo, se dejó ayudar.

--No pasa nada—le respondió y se dio la vuelta para continuar con su camino.

A Jimin le pareció curiosa la forma de actuar del chico, pero no le hecho mucha importancia y recogió su móvil del suelo. Camino a su clase, se dio cuenta de que estaba lleno tras el chico, tal vez estaban inscritos los dos en clases de composición, pensó.

-- disculpa--hablo el rubio -- ¿te diriges al salón 203F? --el chico se dio la vuelta y asintió--yo también... si quieres podemos ir juntos.

El chico solo asintió y se detuvo esperando que Jimin lo alcance

--Por cierto ¿cómo te llamas? -- el pelinegro lo pensó un rato y respondió

--Yoongi --

-- oh, yo soy Jimin, mucho gusto--- le sonrio






Yoongi termino sus clases y camino deferente a la salida para subió al auto que lo esperaba.

Sus días siempre era iguales, seguía viviendo entre psicólogo a psicólogo, entre psiquiatra a psiquiatra. Los días no le importaba mucho, creció entre cuatro paredes blancas. La persona más cercana a él era su psicóloga.

Tras un ataque, hace tres años, llego a vivir casi drogado por medicamentos, después de eso... no recordó nada. Las pastillas dañaron su mente al punto de olvidar porque estaba ahí.

--¿Cómo estuvieron tus clases? ¿pudiste socializar un poco? --Yoongi negó, aun le faltaba unos años para ser considerado mayor de edad, pero, aunque los cumpliera. No lo consideraban mentalmente estable.

--¿Tomaste tu medicamento? —Yoongi asintió, talvez ya había abandonado los demás medicamentos, pero el de la depresión es uno que lo acompaño por años y no podía soltar aun— ¿quieres ir a comer algo?

Pero ese día algo nuevo que había hecho era... hablar con un desconocido o cómo le decía Solar, un potencial amigo. Pero eso no se lo diría ya que eso implicaría tener una conversación y no tenía ganas de hablar.

.

.

.

.

Al ser llevado por los policías, Yoongi fue llevado con muchos expertos para saber la razón de sus actos. Pero Yoongi nunca dijo nada, siempre se quedó callado, pero eso no quitaba el hecho de que cada día empeoraba, cada día su vida se extinguía por la depresión.

Y tras una investigación con los niños del orfanato, descubrieron todo lo que el Líder le llego a hacer al menor, los constantes castigos, y tomando en cuenta el estado mental de Yoongi, solo lo dejaron y no tomaron medidas legales.

Uno de esos días, Yoongi llego a tener una pesadilla, al despertar perdió el control y casi termina acabando con su propia vida, por lo cual tuvieron que amarrarlo, sedarlo y subirle las dosis de medicamento, ahora, después de que no volver a tener alguna recaída planearon hacer que comenzara a socializar un poco y prefirieron colocarle en clases de composición. Esperando que de esa manera pueda culminar su recuperación y haciendo amigos pueda salir de la depresión.

.

.

El auto arranco dejando atrás el edificio, Yoongi bajo su mirada a su brazo y levanto su suéter mirando el número de celular en él.

--¡Eres muy bueno en esto! --hablo el rubio -- ¿llevas componiendo mucho tiempo? y si me dices que no, no te creeré --

Yoongi solo lo observo, ni siquiera le había dado permiso de escuchar su composición, pero el chico ya estaba sentado a su costado alagando su trabajo y de alguna manera se sintió muy cómodo.

--Ten mi número, me puede mandar un mensaje y podemos ser amigos, me encantaría tener un amigo compositor—anotando un número en su antebrazo, Yoongi lo habría empujado, pero no lo hizo por sentirse, de alguna manera, bien a su lado. Ese chico botaba un aura muy tranquilizante para su tan marcado ser.



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Orfanato -Yoongi/Jimin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora