Orfanato -Yoongi/Jimin-

DAÑE

Se puso a un costado, y comenzó a maniobrar con el martillo sobre la cabeza del líder, cómo si se tratara un clavo el cual él tenía que aplastar.

El primer golpe cayo acompañado de varios hilo de sangre que comenzaron a separarse por distintos lados del rostro, por lo rápido y fuerte que fue el impacto el Líder quedo aturdido por unos segundos, al abrir los ojos comenzó a sentir un dolor punzante surgir de su frente, lo primero que hizo fue querer levantarse y al no lograrlo se desesperó, Mucho más confuso fue ver a ese niño malcriado parado a su costado, abrió la boca y tomo aire planeando gritar pero Yoongi aprovecho el momento para colocar, lo más rápido que pudo, las calcetas hasta en lo más profundo de su boca, el Líder intento sacudirse pero no logro hacer mucho.

Yoongi camino a su bolso y se lo paso por la cabeza haciendo que la correa cruce por su pecho. Se aproximó a la cama y se subió sobre el pecho del líder, este no dejada de soltar quejidos y gritos ahogados, sonidos que no saldrían de esas cuatro paredes pues si algo tendría que salir... serían los pies de ese monstruo por delante.

-- Obligarte a un ángel a tragar tú mierda -- menciono Yoongi mientras dirigía su mano a la mandíbula del Líder-- ahora dime, ¿te gusta? –el Líder continúo soltando gritos silenciosos de ayuda—no te gusta, pues te la tragas -- Yoongi volvió a agarrar el martillo, pero esta vez golpeo las manos atadas-- ¿sabes que le cortaste las alas a un ángel? Lleve toda mi vida cuidándolo, protegiéndolo de todo, y tu maldita escoria—hablo con rabia—lo usaste para tus asquerosos fetiches, maldito enfermo --llevo el martillo de nuevo a su cabeza y volvió a golpear, pero midiendo su fuerza para no matarlo, no aún.

-- Seguro te trasladaron aquí por haber hecho lo mismo allá, ¿verdad? Escoria cómo tú nunca aprende-- Golpeo otra vez, en ese punto el martillo se había bañado con sangre, pero eso poco o nada le importaba -- Jimin ni siquiera sabe lo que le hiciste, ese hermoso ser no lo sabe, no lo comprende -- hablo con los dientes apretados mientras sus ojos se humedecían -- pero lo va a descubrir. Yo no le diré... No soy capaz de hacer que borre su sonrisa por un ser tan repugnante cómo tú -- le escupió el rostro, llevo su mano a su bolso extrayendo de este la cuchara, el líder que se encontraba revolcándose en desesperación no sabía que podría hacer Yoongi, en este punto temía cualquier cosa que sostuvieran sus manos.

-- La cabeza de un niño alberga mucha imaginación, ¿sabe? Y a mí me contaron que no juagara con los cubiertos porque me puedo sacar un ojo--soltó una leve carcajada-- nunca lo entendí... Pero cómo no quiero que la hermana que den cómo unas mentirosas... por decir cosas tan estúpidas, voy a hacerlo realidad -- el Líder abrió los ojos con espanto al ver como Yoongi acercaba ese objeto a su ojo derecho-- es curioso que estas cucharas tengan punta de tenedor—el Líder intentó esquivarlo, pero no lo logro.

Yoongi, con la misma cuchara, levanto el parpado enterrándola un poco en la parte superior del ojo, volvió a acercar el martillo y levanto el objeto lo suficiente, el Líder intento alejarlo, tirarlo al suelo con su cuerpo, pero lo único que hacía era enojar más a Yoongi, que con un golpe certero clavo la cuchara en la cuenca del ojo provocando que el Líder soltara un grito desgarrador, movió un poco la cuchara y volvió a golpear. Nadie se moría por perder un ojo, solo moriría por la pérdida de sangre, pero él aún no se lo arrancaría.

Dejo la cuchara en el ojo para evitar que el sangrado empeorara y volvió su mano al interior de su bolso -- eres un maldito demonio, que se ganó la confianza de uno de los corderitos más puro en esta casa, tú sola existencia es peor que botar un pastel de chocolate a la basura, el que estés en este mundo provoca que mis tripas quieran vomitar y a mí no me gusta vomitar-- saco un clavo y lo posiciono sobre su clavícula, justo donde vio la marca con la que entro Jimin esa tarde, la marca de un chupón, se había atrevido a marcar a su ángel con sus repulsivos labios -- te mataría de una sola –comento con rabia-- pero no pagarías por lo que hiciste-- y sin avisar enterró el clavo de un martillazo.