Ojala no me equivoque.
De un instante a otro, Eduardo y yo nos encontrábamos en la puerta de metal que habíamos pasado tiempo atrás, para llegar al jardín de lado izquierdo de la casa.
--¿¡Ahora que te pasa!? Primero corres como si alguien te persiguiera y luego te paras de repente como una loca en medio del camino, ¿Ahora con que mas acciones esquizofrénicas vas a salir?.
Sabia perfectamente lo rara y hasta cierto punto loca, que me había visto en ese momento. Pero bajo ningún motivo iba a permitir que me hablará así.
--Mira, lo que me pase no es de tu asunto. Y si, por supuesto que me vi muy extraña al comportarme de esa manera, pero no es excusa para que me quieras tratar así; gritándome y ahora tratándome de esquizofrénica.
--Pues no te has comportado de otra manera desde que llegaste a la casa, en solo un par de horas has logrado sacarme de quicio de mil y un formas.
--Mira, no te preocuparé más y mejor me voy.
--Si, claro y ¿a donde vas a ir? Ya casi es la media noche, y no es que se pueda decir que te puedas cuidar tú sola.
--A donde valla no será de tu asunto, y ya te dije que lo que me pase no te incumbe.
Sabia que no era bueno salir a esta hora, pero por lo que ha pasado hasta ahora... el quedarme en una casa en la que el dueño pareciera conocerme hasta mejor que mi misma, y de lo cual no quiere decirme el cómo sabe todos esos detalles sobre mi, ya es suficientemente aterrador. Y aunque haya decidido intentar averiguarlo tal vez si sea mejor dejar las cosas atrás e irme.
Solo lo mire con la decisión en mis ojos, y me dispuse a ir lo mas rápido por mi pequeño bolso y salir de ahí.
--Okey espera, no te puedo dejar que te vallas a si como así. Si ya no quieres estar aquí, al menos espera a que llegue la mañana.
No le tome atención, por lo que seguí mi camino.
--Oye, te estoy diciendo que no puedes salir a esta hora, ni siquiera sabes lo que hay allá afuera. –
Sabía que no conocía en absolutamente el lugar, pero tampoco sabia quien estaba aquí en la casa, o que clase de personas eran estas.
Al llegar a mi habitación, cambie mi atuendo por lo primero que encontré en mi bolso, no sin antes pensar en que podría pasar si me quedaba o si me iba. Al bajar las escaleras vi que Eduardo estaba esperándome en la entrada principal, para ver si cambiaba de opinión.
--De verdad que eres muy impulsiva.-- Respondió con un rostro enfadado y fastidiado.
--Y tu un idiota.
--Si te vas no vuelves, ni siquiera llegues a pensar en la posibilidad de regresar.
--Perfecto.
Sali apresuradamente, mientras que pensaba lastimosamente en la avalancha de sentimientos que habían atravesando mi cuerpo desde el primer instante en el que pise la casa.
--Perece que después de todo seria una perdida de tiempo.—Exclamaba para mi misma mientras que marcaba fuertemente mis pasos, mientras que me alejaba lentamente del castillo.—Y ese idiota, creía que después de todo; YO le iba a rogar que me permitiera quedarme. Me tragaría mi orgullo en momentos en los que... aunque no quiera admitir... en los que Eduardo tenia razón de que era muy peligroso, pero tenia mas miedo allá adentro.
Al cabo de un par de minutos, como unos diez minutos, me encontraba en un bosque en el cual sinceramente no recordaba haber pasado para llegar al castillo, pareciese como si de un momento a otro el inmenso bosque hubiera emergido.
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Mi sueño.
RomanceEstamos en la época actual, sin embargo la protagonista llega a conocer un joven que parecería muy acorde a la época del Renacimiento. La historia comienza con la llegada de dicha joven a una mansión asombrosa pero a la vez espeluznante, el dueño de...