#4 Un plan no tan brillante.

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Tic. Tac. Tic. Tac. 

Los ojos de Harry no estaban puestos en la Tv, sino en el reloj que colgaba de la pared. Era una antigüedad, así que las manecillas del reloj hacían mucho ruido, más del necesario. Habían pasado más de veinte minutos desde que Liam lo había dejado solo con el tal Louis, y ya se sentía incómodo. Algo dentro de él se retorcía hasta el punto de molestarlo, como cosquillas. 

O tal vez como… mariposas. 

Espera, ¿mariposas? ¿Cómo podría sentir algo así por un desconocido? 

¡Estaba volviéndose loco!

-¿Harry? – sintió una mano posarse en su hombro. Harry saltó en su lugar y gimió de dolor en cuanto sus costillas molestaron. –Lo siento, lo siento. 

-Descuida. – dijo entre dientes, realmente le había dolido. - ¿Qué pasa? 

-No quiero sonar molesto, pero tengo hambre. Me salté el almuerzo para venir aquí. 

-Okay. 

Louis estiró el cuerpo y se encaminó hacia la salida de la habitación, aunque detuvo su andar al notar que el rizado de ojos verdes aún se mantenía sentado. Arqueó una ceja. 

-¿Te quedarás ahí toda la tarde? 

-Bueno… - señaló las muletas, las cuales estaban relativamente lejos de su alcance. 

-¡Oh, ya comprendí!  - alcanzó las muletas y las dejó sobre el sofá, mientras ayudaba a Harry a ponerse de pie. Por un momento, el rizado se sintió más incómodo, porque Louis estaba muy cerca de él. Sintió la calidez de su mano en su cintura, hasta que logró colocarse los soportes bajo los brazos y erguirse correctamente. – Listo. 

Louis sonrió, Harry también lo hizo. Ambos se quedaron bien al otro. 

-Gracias. – le dijo. – Ya puedes quitar tu mano. 

-Lo siento. – el castaño deslizó su mano lejos de la cintura del más pequeño. 

El rizado anduvo hasta la cocina, era una lástima que no se pudiese mover con normalidad, sino sería capaz de cocinarle algo digno a su amigo. Después de todo, Louis parecía ser un buen chico, aunque pareciera distante. Harry no podía distanciarse tan fácilmente de alguien que alguna vez fue su mundo. Louis tomó asiento en una de las sillas de la isla de mármol, mientras observaba los torpes movimientos del oji-verde, sería muy cruel de su parte si obligara a alguien discapacitado a cocinarle algo.

-¿Sabes qué? – se levantó de su asiento y caminó hacia él. – Mejor déjamelo a mí. Supongo que también estás hambriento. 

-No, no. Tú eres un invitado, sería muy descortés que yo dejara que tú…

-Soy tu… amigo. – le regaló una sonrisa. – No la reina.

-Insisto. 

 -Ya, amor, no seas terco. 

Louis no se dio cuenta de lo que dijo hasta que vio el rostro de Harry. Este no se veía enojado, sino sorprendido. 

-Disculpa. – el mayor se vio avergonzado. – Ni siquiera sé por qué lo dije. Ignóralo. 

Asintió con desconcierto, pero decidió que lo mejor sería no darle más vueltas al asunto. Dejó las muletas de lado y se dejó caer en una de las sillas, admirando al oji-azul moverse de aquí para allá: sacando ollas, encendiendo la estufa, buscando ingredientes en las distintas alacenas y el refrigerador. Estaba sorprendido. 

-¿Qué vas a hacer? En serio, Louis, puedo pedir una pizza si quieres. No es necesario que… 

-No, ahora tendrás que comerte lo que haga, Harry. No hay vuelta atrás, lo siento. 

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⏰ Última actualización: Feb 09, 2015 ⏰

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