#3 Un brillante sucio plan

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-¡Liam! – Anne le besó la frente y lo invitó a pasar. – Harry está arriba.

-Gracias, Anne.

La mujer le dedicó una sonrisa y él se encaminó escaleras arriba. Tocó a la puerta y esperó pacientemente, parecía estar en completo silencio, a excepción por algunos pasos y golpeteos misteriosos.

-Adelante. – le indicó una voz.

-Buenas tardes, ricitos. – cerró la puerta detrás de él.

Harry se movía dificultosamente de aquí para allá, pero lo cierto era que no podía ver su cuarto en malas condiciones. La cama era una desastre, y no porque  no la hubiese ordenado, sino porque su muñeca lesionada y el yeso de su abdomen no le permitían moverse con comodidad.

-No te burles, hice lo mejor que pude. – admitió el rizado.

Liam vagó por la habitación, como si fuese la primera vez que entraba. Jugó con algunas cosas del escritorio y admiró con melancolía el collage de fotografías que, con esfuerzo, él y los demás habían ayudado a construir.

-Es mi parte favorita del cuarto. – le dijo Harry desde la cama.

-Fue un regalo de cumpleaños. Lo hicimos para ti cuando cumpliste los dieciséis. Recuerdo que, - esbozó una sonrisa. – Anne tuvo que mantenerte fuera todo el día de tu cumpleaños para que nosotros pudiésemos hacerlo. ¡Pensante que nos habíamos olvidado de ti!

-¿En serio?

-Sí. Llegaste a casa muy triste, pero cuando subiste…

-Los… - Harry cerró los ojos, alguna imágenes de ese día le vinieron a la cabeza – los encontré a ustedes aquí con un pastel de chocolate y…

*Flashback*

-¡Sorpresa! – gritaron los cuatro al mismo tiempo. -¡Feliz cumpleaños, Harry!

Harry sonrió al notar que sus cuatro mejores amigos estaban ahí.

-¿Qué hacen aquí? – preguntó con sorpresa.

-Queríamos darte un lindo regalo de cumpleaños, ricitos.

Liam lo empujó por la espalda para que viera el mural de fotografías.

-Oh… - se sorprendió. – No puedo creerlo, chicos. ¡Es genial! ¡Siempre quise uno!

-¿Lo recuerdas?

-Creo que sí. Es confuso.

-Sólo hay que darle tiempo al tiempo. – le palmeó la espalda. - ¿Quieres ir abajo?

-¿Zayn y Niall no vinieron?

-Bueno… no vendrán hasta más tarde, como a las cinco.

-¿Por qué?

-Porque creyeron que podían ser más astutos que la arpía de Vicent.

-No me digas que…

-Sí. – confirmó sus sospechas. – Al par de idiotas los descubrieron copiándose en el examen, así que tienen que quedarse después de clase para quitar la goma de mascar de los escritorios.

Harry hizo una mueca. – Eso es repugnante.

-Ni lo digas.

-Todo esto es culpa tuya, Zayn. – lo acusó el rubio, mientras quitaba otro trozo de chicle. – No debí escucharte.

-¿Mi culpa? – se puso de pie y arrojó al cesto de la basura otra bolsa de plástico repleta de goma de mascar. – Si bien recuerdo, tú estabas de acuerdo con todo este asunto también. ¡Fuiste quien lo ideó todo, de hecho!

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