CAPITULO 1: ESTO NO ES REAL.

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Dejó la maleta y la bolsa de viaje en el gran maletero del autobús de línea, el conductor la esperaba impaciente, había llegado apenas un par de minutos antes de la salida y todos los pasajeros ya estaban acomodados en sus asientos. Subió los tres escalones enmoquetados del gran vehículo resoplando por la carrera que había tenido que hacer para no llegar tarde y perder el último autobús a Huesca. Como solía suceder los domingos, la mayor parte de los asientos estaban ocupados por estudiantes que, como ella, vivían en la pequeña ciudad al norte de Zaragoza entre semana para estudiar en la universidad. Recorrió el estrecho pasillo chocando a ambos lados con brazos, piernas y bolsas que sobresalían, buscando un asiento, sabía que era inútil mirar en el billete el que le habían asignado, nadie se sentaba en su sitio.

- Vicky, estoy aquí – desde la última fila del autobús Victoria reconoció la voz de Claudia. Caminó tambaleándose por el movimiento del vehículo, que ya estaba en movimiento, hasta llegar al final y se sentó entre Claudia y una chica a la que no conocía.

- Mi hermano es gilipollas, casi pierdo el bus. – dijo una vez hubo acomodado su bolso sobre las piernas.

- Tu hermano es un Dios griego, la reencarnación misma de la perfección. Ni se te ocurra insultar al padre de mis hijos. Por cierto soñé con él anoche. Es una pena que en mis sueños no haga lo que yo quiero.– dijo su amiga dándole un ligero empujón con el hombro.

- Me extraña que haya alguien que no haga lo que tú quieres. De todas formas todo para ti, cada día está más insoportable – replicó ella apoyando la cabeza sobre el asiento y esperando a que el chorro de aire acondicionado le congelara el sudor que perlaba su frente.

- Encantada de la vida. – dijo Claudia mientras tecleaba a una velocidad increíble en su teléfono.

- Segundo año – dijo simplemente Victoria.

- ¿Has leído los whatsapp de Rubio? Dice que han puesto a todos los veteranos con los nuevos en las habitaciones como castigo por lo de la fiesta del agua de fin de año. La directora está aún super cabreada. Espero al menos que nos hayan puesto en el mismo piso – informó Claudia.

La fiesta del agua. Mítica, legendaria, se hablaría de ello durante décadas en el colegio mayor. Rubio y otros veteranos habían conseguido dejar KO al guardia del turno de noche y habían colado a gente del exterior. Lo que había empezado siendo una fiesta como otra cualquiera, había terminado sumergida bajo el agua. Alguien, no estaba claro quién exactamente, había activado las mangueras antiincendios del último piso y las escaleras del colegio mayor se habían convertido en las cataratas de Iguazú. Era junio, así que habían acabado todos en bikini y bañador bailando sobre litros y litros de agua. Lo que fue menos divertido fue tener que achicar todo el agua a la mañana siguiente con la mayor resaca de sus vidas. Les había extrañado que no hubiera ninguna otra consecuencia inmediata, pero claro, el curso estaba acabando, la directora había tenido dos meses para reflexionar sobre el mejor modo de castigarlos. Compartir habitación con los novatos era una tortura para Claudia quizá, pero la verdad es que a Victoria le bastaba con no compartir habitación de nuevo con su compañera del año pasado. Cualquier cambio, incluso una novata, sería una bendición.

Mientras estaba enfrascada en un mar de recuerdos del final de su primer año de universidad, su teléfono emitió un pitido anunciando un mensaje. En la pantalla veía el número desde el que se había enviado el mensaje, no le hacía falta tenerlo guardado en la memoria de su teléfono, reconocía perfectamente ese número lleno de seises. Era Rubén. Borró el mensaje sin abrirlo siquiera. Estaba segura de lo que ponía. El enésimo lo siento, te echo de menos, te quiero y perdóname. Victoria no tenía intención ni de perdonarle ni de contestarle, pero lo que si era cierto era que ella también le echaba de menos, joder si le echaba de menos, a pesar de que había intentado desintoxicarse de Rubén todo el
verano. Podría haber hecho caso a su prima y aplicar aquello que decían de que un clavo saca a otro clavo. Hacía ya un año que Victoria había pasado a ser una de esas chicas que no necesitan hacer nada para tener a una brigada de chicos a su alrededor, las atraía incluso cuando no se lo proponía. Como le decía siempre Rubio: 'Vicky dura menos soltera que un cubata de vodka en mi mano.' Pero Victoria había pasado el verano viajando con su prima y manteniendo las distancias con cualquier persona del sexo opuesto que se le acercara. Se repetía cada día a sí misma que solo le hacía falta tiempo, tiempo y volver a confiar en alguien. Pero sobre todo lo que más necesitaba era mantenerse alejada de Rubén. Había sido fácil evitarlo estando lejos durante el verano, pero todo eso iba a cambiar en el momento en el que bajara de aquel autobús y tuviera que encontrárselo por todas partes en la minúscula ciudad.

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