5. "Problemas en el paraíso" puede significar muchas cosas.

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Dos siluetas de casi la misma estatura salían del supermercado con bolsas en ambas manos.

Los dos llevaban uniforme escolar. El primero de cabello plateado y alborotado, llevaba un suéter amarillo pálido encima de la camisa blanca y desarreglada, los pantalones negros con dobladillo completaban su apariencia despreocupada. El segundo traía la chaqueta amarrada alrededor del la cintura, la corbata roja usualmente arreglada ahora estaba casi deshecha por el alboroto de apenas una hora antes. Aún así, los mechones oscuros caían por su cabeza de forma natural y estética.

Después de hacer las compras, Hijikata y Gintoki comenzaron a caminar hacia lo que el azabache supuso era la casa del peliplata. Habían estado atrapando un gato perdido —aún no entendía porqué—y ahora realmente le vendría bien algo de comida.

Se detuvieron en un edificio compuesto de varios apartamentos, el chico de pelo plateado caminó hacía las escaleras y Hijikata simplemente lo siguió.

La puerta en la que se detuvo era simple. Gris y metálica. Se escuchó el tintineo de unas llaves seguido por el click de la cerradura abriéndose.

El apartamento era como el típico apartamento japonés de una persona. Pequeño, sólo con lo necesario. Sencillo y con cierto encanto que nadie sabe describir.

Los dos pasaron, Hijikata se sentía un poco incómodo de sólo entrar a un apartamento ajeno así como así.

—¿Sabes cocinar?–preguntó el peliplata.

—Algo, ¿por qué?–el azabache se recargó en el lavaplatos sin quitar la mirada del otro joven.

—¡No esperaba menos, Hijikata-kun! Bien, no perdamos el tiempo, muero de hambre.–contestó Gintoki al mismo tiempo que le lanzaba un par de vegetales.

Un par de sonrisas burlonas de Gintoki y protestas de Toshiro fueron suficientes para que finalmente los dos decidieran cocinar. Hijikata sólo dejaba los ingredientes listos, realmente el que estaba en la estufa era el idiota de permanente.

El azabache pensó por un instante en si sería buena idea dejarle el resto a Sakata, pero parecía más o menos saber lo que hacía. El viejo había dicho que vivía solo, ¿no? ¿Qué clase de vida llevaba un tipo como él haciendo todo por sí mismo?

Después de un rato de preparación, los dos estudiantes se sentaron a comer la merecida cena. A este punto por más mala que estuviera la comida de Sakata, todo sería recibido como un manjar por su vacío estómago.

Itadakimasu.–dijeron al unísono y llevaron el primer bocado a donde pertenecía.

Y para sorpresa de Hijikata... no estaba nada mal.

Realmente, no lo estaba. Él mismo no era el mejor catador de comida, pero sabía bien. Pensó en pedir mayonesa, pero era muy pronto para eso.

—No está... mal.–Hijikata aún tenía algo de comida en la boca.

—¡Claro que no está mal! Aunque no lo creas soy muy buen chef. No me subestimes, maldito.

—¿Cómo aprendiste? Habría jurado que vivías de sopa instantánea.

—Oi, bastardo, tenle un poco más de fé a Gin-san.

Gintoki dio un bocado más antes de seguir hablando.

—Como puedes ver vivo solo, ¿me ves cara de niño rico? Comprar comida todos los días es un nonono, aprender a cocinar era la única opción.

Gintoki podía ser estúpido e indisciplinado, pero tenía que admitir que no era totalmente insoportable. Además, su comida sabía bastante bien y realmente lo único que había hecho hasta ahora era encontrar un gato perdido.

"Si los ojos de tu rival te parecen hermosos..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora