EXTRA STRANGE

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Nolan lo miró todo tan fijamente que no notó que Vyd solo estaba mirando hacia un lado, afligido por estar expuesto. Nolan no lo sabía, pero a Vyd le dolía cada músculo por el que pasaba cada cable. Las descargas eléctricas también lo lastimaban y le causaban nuevas cicatrices, solo que gran parte de su entrenamiento había sido dedicado a enseñarle a lidiar con el dolor y estaba acostumbrado. Por otra parte, tenía mucho de la criatura que lo había engendrado. Esa piel negra y esas venas en el caso de Ax salían cuando sufría emociones muy fuertes. En el caso de Vyd, siempre eran visibles. La piel oscura y monstruosa se extendía por su cuello hasta sus hombros y su pecho, mezclada con las cicatrices de quemaduras eléctricas. Incluso sus dientes. Oh, Nolan aún no veía sus dientes... Ni siquiera eran reales. Se los habían sacado todos y le habían instalado un conjunto de dientes hechos de metal para servir como conductores.

Él no dormía bien por las pesadillas en donde lo mutilaban. Evitaba mirarse a espejos. Sufría dolores en los huesos, como si fuesen a rompérseles. Tenía cables, tubos y metal debajo del resto de sus músculos. Por su piel recorrían largas y gruesas cicatrices que lo hacían parecer un rompecabezas al que en cualquier momento podían quitarle una pieza para instalar otra. Estaba lleno de caminos de protuberancias, de tejido cicatrizado, de suturas, agujeros mal curados. Era una abominación. Era retazos de máquina, retazos de la criatura, retazos de un humano, porque había sido cortado y modificado al antojo de otros.

Vyd odiaba mirarse. Y se odiaba a sí mismo.

Alex MirezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora