El compás de mis latidos

12K 545 677
                                    

Algo que había descubierto en los últimos días era que estar enamorada era extraño.

O bueno, más bien, estar enamorada y en una relación con la persona que despierta todo eso en ti le resultaba particularmente curioso, porque a pesar de que ahora que tenía la oportunidad de tomarla de la mano, de acariciarla, de besarla y abrazarla cada vez que quisiera, no había disminuido en nada su deseo seguir haciéndolo.

Al contrario.

Si era honesta, sólo habían aumentado.

Tanto que ahora procuraba encontrar maneras para arrancarle minutos a las horas, segundos a los minutos y suspiros a los instantes con la única intención de aumentar el tiempo junto a ella.

El problema, sin embargo, era que nunca le parecía suficiente.

Ahora los días pasaban con mayor velocidad a su lado, demasiado lento cuando estaban lejos, las despedidas llegaban muy pronto y las llamadas antes de dormir no hacían más generarle el deseo enorme de correr hasta su casa y besarla de verdad y no solo a través de una pantalla.

En este poco más de un mes pasado como pareja, todas esas sensaciones se hacían cada vez más fuertes.

Las cosas no habían estado nada mal. Incluso Eva, quien seguía considerándola la enemiga número uno de los  Carvajal, no había representado  mayor problema para su noviazgo y se había mantenido muy al margen de ellas. Eso no le daba buena espina, pero ambas habían decidido no ahondar demasiado en ese pensamiento para no permitirle arruinar su felicidad.

La segunda semana que la hermana mayor de Valentina estuvo fuera del país, ambas habían decidido disfrutar de ese tiempo sin reparar en la inminente preocupación que les causaba saber que pronto regresaría.

Juliana había tenido incluso la oportunidad de visitar Grupo Carvajal  porque Valentina quería que conociera esta parte de su mundo.

Ella no entendía muy bien eso, pero si ir a ese enorme edificio lleno de personas vistiendo ropa tan formal y elegante significaba pasar más tiempo al lado de su novia, Juliana estaba más que dispuesta a aceptar la invitación.

Le sorprendió descubrir que la gente allí era muy amable y que al parecer, la única con una actitud distinta era Eva, pues hasta algunos de los integrantes del consejo de la empresa que se acercaron a conversar con Valentina la habían tratado muy bien.

O quizá esa reacción tenía que ver con que ella la había presentado como 'su amiga' en lugar de como su novia.

Y Juliana lo entendía, desde luego.

A pesar de que Valentina se había mostrado muy tranquila respecto a sentirse atraída por una chica cuando había sido distinto toda su vida, no dejaba de ser algo nuevo para ella. Y si lo pensaba bien, para Juliana misma definirse había representado un proceso complicado, así que por supuesto que ella le daría el tiempo que fuera necesario para adaptarse a esto.

Tampoco iba a mentir y decir que no le había sacado de onda un poquito, especialmente porque cuando estaban en otros sitios como el café o la universidad, Valentina no tenía ningún problema con actuar como una pareja, referirse a ella como su novia, tomarla de la mano o besarla, al contrario.

Pero Juliana lo entendía, de verdad que sí.

Su propia experiencia para compartir esta parte de ella con su persona más cercana no había resultado nada bien, así que no iba a culparla por actuar con cautela.

Sus dedos continuaron saltando por las cuerdas de su guitarra mientras seguía de memoria los acordes de una de las tantas canciones que compartían espacio en su cabeza con cierta castaña de ojos azules.

Sabiendo que tus besos matan, moriré de amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora