Ohm, el temido líder de la mafia Rosa Roja, es un hombre serio, frío y despiadado, cuya autoridad no tiene rival. Poseedor de un poder y una riqueza que muchos envidian, vive atrapado en una jaula de oro, cargando con una profunda infelicidad y una...
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Narra Fluke
Era un día como cualquier otro, o al menos eso creía. Sin embargo, desde que me levanté, había algo extraño, una sensación incómoda, como si alguien me estuviera observando. Intenté ignorarlo, convencido de que solo era mi imaginación jugando conmigo.
Al llegar a la universidad, todo parecía seguir su curso habitual. Estudio en un lugar donde abundan los ricos, y yo soy solo un becado, alguien que no encaja. Por eso, soy el blanco fácil de las burlas y el desprecio. Aunque trato de ignorarlos, no siempre es sencillo.
—Hola, rata —dijo una voz burlona detrás de mí.
Me giré y allí estaba Alex, un chico de cabello castaño, acompañado por su arrogancia habitual.
—Déjame en paz... —traté de defenderme, aunque mi voz sonó más débil de lo que esperaba.
—¿Y si no lo hago? ¿Qué vas a hacer? — replicó, empujándome con fuerza.
Caí al suelo, golpeándome el codo.
—Auch... —susurré mientras lo veía alejarse, riéndose como si hubiera ganado algún premio.
"Miserable", pensé, apretando los dientes. Pero sabía que no podía hacer nada. Alex no solo era rico, sino que su familia tenía tanto poder que enfrentarlo sería un suicidio social.
Me levanté lentamente, sacudiendo el polvo de mi ropa, y decidí ignorarlo. Ya estaba acostumbrado a estas humillaciones.
Respiré hondo y me dirigí a clase, intentando concentrarme en cualquier cosa que no fuera mi rabia o verguenza.
Las horas pasaron, y finalmente, llegó el final del día. Mientras mis compañeros salían en grupos riendo y planeando la noche, yo fui al baño para refrescarme antes de volver a casa.
Y entonces, apareció Alex de nuevo.
—Mira a quién tenemos aquí... —su tono era burlón, pero había algo más en su mirada, algo que me ponía aún más nervioso.
—Déjame ir, Alex... —intenté razonar, aunque sabía que no me escucharía.
—Lo haré, pero solo si respondes una pregunta.
—¿Qué pregunta...? —tartamudeé, sintiendo cómo mi estómago se encogía de puro miedo.
—Quiero saber en qué trabajas en ese antro —preguntó, y sus palabras me congelaron.
Mi mente se quedó en blanco. ¿Cómo sabía eso? Nadie en la universidad debería tener esa información.
—¿Qué... qué te importa? —intenté responder con valentía, pero mi voz traicionó mi pánico.
—Me importa porque quiero saber si eres una prostituta. Así podré contratar tus servicios.
Sus palabras cayeron sobre mí como un golpe. Sentí cómo mi cara se calentaba de la rabia, pero también de la verguenza.
—Yo no... —balbuceé, incapaz de encontrar las palabras.
—Te estaré esperando esta noche en el antro. Espero que me atiendas bien — dijo, acariciando mi rostro con un gesto que me revolvió el estómago. Luego, se fue, dejándome allí, paralizado.
Me miré en el espejo, intentando recuperar la compostura, pero mi reflejo mostraba a alguien roto. Me lavé la cara con agua fría, deseando borrar la humillación y el miedo.
"¿Cómo sabe sobre mi trabajo? ¿Qué quiere realmente?", pensé mientras apretaba los puños con fuerza.
Al final, decidí ir a casa y tratar de calmarme, aunque sabía que esta noche no sería fácil.
Narra el jefe
En mi oficina, las sombras se alargaban con la luz tenue de la lámpara. Estaba observando una foto. Allí estaba él, ese chico de cabello castaño, trabajando como mesero. Su mirada tímida y sus gestos delicados lo hacían destacar entre los demás.
"Pronto, Fluke. Muy pronto", murmuré para mí mismo.
Tomé el teléfono y marqué un número.
—¿Está todo listo? —pregunté con una voz que no admitía discusiones.
—Sí, jefe. El chico acaba de salir de su casa.
—Perfecto. Tráiganmelo. Y escuchen bien: no quiero que lo lastimen. Quiero que llegue sin un solo rasguño. ¿Entendido?
—Sí, jefe, pero... ¿está seguro de esto? —¿Qué importa lo que piensen? Hagan su trabajo —dije con frialdad, cortando
cualquier intento de réplica.
—Entendido.
Colgué el teléfono y sonreí. Muy pronto, estaría conmigo. Y sabía que, aunque ahora pudiera temerme, aprendería a amarme tanto como yo lo amaba a él.
Narra Fluke
La noche cayó rápidamente, y aunque mi mente estaba llena de pensamientos inquietantes, me dirigí al antro donde trabajaba. Intenté tranquilizarme, pero algo no estaba bien. Esa sensación de ser observado seguía persiguiéndome.
Justo cuando estaba por llegar, tres hombres aparecieron de la nada, bloqueando mi camino.
—Necesitamos que vengas con nosotros —dijo uno de ellos con un tono que no dejaba espacio para la negociación.
—¿A dónde? No voy a ir con ustedes — repliqué, retrocediendo.
Uno de ellos me agarró con fuerza. Forcejeé, tratando de liberarme, pero era inútil. En mi resistencia, caí al suelo, lastimándome la mano y la rodilla.
—¡Ya basta! El jefe lo quiere sin ningún rasguño —regañó otro de los hombres.
Sentí el pánico apoderarse de mí mientras me arrastraban hacia un auto oscuro. Me amarraron los pies y las manos, cubriéndome el rostro con un trapo negro que eliminó cualquier posibilidad de ver dónde me llevaban.
Por más que intenté gritar o resistirme, era inútil. Solo podía escuchar el sonido del motor arrancando y mi propio corazón latiendo con fuerza.
"¿Qué quieren de mí? ¿Quién está detrás de esto?", pensé, mientras el miedo me consumía. En ese momento, supe que mi vida estaba a punto de cambiar para siempre.
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M
añana se viene 5 capítulos para selebrar el final de un año y comenzar otro año.
Esperando que todos estén bien y gracias por su apoyo
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