Mi yo de hace 20 años

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Lo recuerdo. Fue un martes común. Fue un día normal. No hacía frío ni mucho calor. El clima era agradable. Los rayos cálidos que pegaban en la piel asemejaban a un dulce abrazo entre los cobertores. Era agradable. Demasiado.

Tenía dieciséis en ese momento. Aún recordaba mis días de preparatoria con cariño y amargura. Eran días fantásticos y ajetreados. Me la pasaba jugando y bromeando con mis amigos más que tratar de recordar aburridas clases que pasaría con solo estudiar un día antes a los exámenes. Recordaba la rutina diaria. Terminaban las clases y todos nos poníamos de acuerdo para hacer tareas en casa de otros o, si había dinero, íbamos y comíamos en Ichiraku hasta que el viejo Teuchi nos corriera por escandalosos.

Sasuke solía quejarse a menudo de la dinámica escandalosa y desordenada; a pesar de eso siempre participaba. Shikamaru alegaba que era problemático así que casi siempre se la pasaba echando una siesta hasta que la conversación fuera de su interés. Kiba era igual de extrovertido e hiperactivo que mi yo de dieciséis años así que siempre podía tener largas conversaciones irrelevantes con él sin la necesidad de cambiar de tema. Chouji y Shino solían pasar más tiempo concentrados en sí mismos. Chouji comía todo lo que podía y peleaba por las sobras. Shino guardaba silencio y solo escuchaba nuestras conversaciones. A menudo hablaba con Sasuke de conversaciones más trascendentales, casi siempre de la escuela. Y Sai siempre transformaba las conversaciones a una connotación sexual o extraña.

Así era nuestra rutina. Todos los días. Durante toda nuestra vida de preparatorianos. O eso esperaba.

Un día. Repentinamente. Sin entender cómo sucedió. Las cosas cambiaron.

Creo que fui el último en entenderlo. En ese día, lo entendí.

Ya no éramos los mismos. Ya no éramos aquellos chicos que disfrutaban pelear y bromear sin preocupaciones ni obligaciones. Lo único que importaba en nuestra mente de pubertos era probar quién era mejor en los deportes o en algún videojuego.

¿Chicas? Todos concordábamos que eran una molestia. O eso creíamos que creyéramos.

Supe demasiado tarde que Shikamaru siempre estuvo enamorado de Temari. Sai de Ino. Kiba de Tamaki de la clase B. Shino de una chica de último año y Chouji de una chica de otra escuela que había conocido en un viaje escolar donde ambas escuelas participaron.

Y Sasuke. Supe después de diez años de amistad que aquel chico de cabello color carbón y ojos ónix; aquel chico con personalidad irritante y seca, estaba enamorado de Hinata. Hinata Hyuga. Aquella chica que ambos conocíamos debido a que su familia se había mudado a nuestro vecindario hace cinco años. No lo sabía. Nunca lo imagine. O más bien, nunca lo creí posible. Siempre pensé que aquel chico frío y arrogante sentía un deje de amor por Sakura. Aquella chica que le profesaba su amor abiertamente sin ningún problema y con una determinación infranqueable. Aquella chica a la que había renunciado para dejarle el camino libre a Sasuke.

Entonces, ¿Qué fue lo que sucedió?

Eso. Crecimos. Esa era la respuesta. Sencilla.

Era sencilla la respuesta, pero el resultado era un completo remolino de caos y destrucción. Como un tornado que arrasó un pequeño pueblo donde todos se conocían. Como algo natural, pasó y dejó los destrozos como algo irreparable.

Todo inició un martes común. Fue un día normal. No hacía frío ni mucho calor. El clima era agradable. Los rayos cálidos que pegaban en la piel asemejaban a un dulce abrazo entre los cobertores. Era agradable. Demasiado.

Demasiado.

— M-me gu-gustas...

Fue una oración torpe y llena de tropiezos. Su voz parecía perderse con cada flor que caía de la jacaranda. Ahora que lo pienso, la escena era hermosa. Los pasillos eran cubiertos por una capa de lila profundo que cada vez se hacía más onda. Las jacarandas danzaban en el aire mientras caían lentamente al suelo. El aire mecía las ramas y daba el sonido de las hojas chocando entre sí. Era una escena placentera. Y, aun así, la escena era interrumpida por una chica pequeña que temblaba como un chihuahua.

Te amo 20 años tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora