Cash Grant (15 años):
Cuando entré a la biblioteca en el receso, fijé la mirada en las pocas estanterías que estaban acomodadas junto con las mesas, sillas y escaleras. Aún faltaban cinco hileras más, pero a comparación de hace cuatro días, el lugar no estaba hecho un desastre.
Pocas personas se pasaban en la biblioteca a estas horas. A diferencia de las mañanas, que eran tranquilas sin niñas chillando o profesores frustrados coqueteando con la bibliotecaria, donde más actividad había era por las tardes o después de clases. La profesora de tutoría había faltado hoy, por lo que tenía dos horas libres.
—Buenos días —saludé por educación cuando pasé por su escritorio.
Dejó de jugar al candy crush para alzar la vista y mirarme con la nariz arrugada en disgusto.
—Cierra la boca y vete a trabajar —espetó antes de volver a su celular.
—Vieja loca —murmuré lo suficientemente fuerte para fastidiarla y seguí mi camino hacia las estanterías que faltaban.
—¡Te escuché, mocoso! —gritó, y la ignoré.
Estaba agarrando el carrito para comenzar, cuando un estornudo muy agudo se escuchó en una de las mesas. Extrañado, alcé los ojos encontrando un par de color miel que me miraron atentamente.
—Oh, lo siento —dijo la niña de la última vez, sentada en una silla. Llevaba un libro en la mano y sabía con certeza que era de romance juvenil.
—¿Te perdiste otra vez? —pregunté con fastidio.
Se sonrojó un poco pero una sonrisa burlona apareció en su rostro mostrando el colmillo faltante.
—No, pero aún es temprano para saberlo —rió, divertida.
—Bien —solté antes de alejarme a otra estantería, lejos de ella.
—¡Oye! —chilló, saltando de la silla logrando que ésta cayera hacia atrás. Casi me da un tick—. Ah, mierda, perdón.
Resoplé a modo de respuesta y continúe mi camino.
—¡Cash!
Frené de golpe y el carrito tronó con un chillido por el movimiento.
—¿Cómo sabes mi nombre? —exigí saber.
Ella se paró frente a mí, aún sosteniendo el libro, y enarcó una ceja.
—Tú me lo dijiste, Cashie.
—Cash —gruñí.
Meneó los dedos, restándole importancia.
—Suena igual.
Puse los ojos el blanco y la rodeé, pero mantuvo la mano sobre el carrito.
—¿Qué demonios te pasa? —bramé, molesto—. Tengo trabajo que hacer, niña.
—Uy, qué carácter —rió—. Para alguien con una cara bonita, ladras como un perro.
—Ajá —sacudí el carrito, soltando su agarre de éste pero volvió a apretarlo en su mano con fuerza.
Genial, una niña me acosaba.
—¿Estudias aquí? —preguntó sin borrar esa espeluznante sonrisa de su cara.
—No —mentí, sacudiendo el carrito de nuevo.
—Estás mintiendo —chasqueó la lengua—. Es obvio que eres estudiante, duh.
—Suelta —dije, perdiendo la paciencia.
—¿Por qué la impaciencia? La bibliotecaria está muy ocupada como para regañarte y no...
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After the cold (FK #2.5)
Teen FictionPara Cash Grant no existe la calidez, ni el romance verdadero, ni las mentiras inocentes... hasta que la conoció y fue la única que logró cruzar sus fronteras mostrándole las distintas matices de la vida; enseñándole que, después del frío, existía u...