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 -¡Vamos Yang Mi, levántate!- grito mi mamá desde la planta baja.

Hoy es el primer día de clases, estar en secundaria no es tan divertido que digamos, menos si te hostigan en tu propio colegio. Tengo 17 años. No soy una persona muy comunicativa que digamos, y eso me a causado uno que otro problema desde que era pequeña.

Entonces... ¿Por dónde debería comenzar a contarles? ¿Debería empezar por mi familia? Aunque no hay mucho por contar tampoco...

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 14, mi madre se llama Min Eun-ji y mi padre se llama Park Jeong, También tengo un hermano dos años mayor, llamado Seok, él y yo vivimos con mi madre desde entonces. 

¿El colegio? ¿Mis amistades?

Desde que tengo memoria, he sufrido acoso escolar. Con los pasos de los años a ido empeorando. Los he acusado dos veces, y no me fue muy bien que digamos luego de eso, las palizas que recibí fueron de las peores, nunca las olvidaré, aún tengo algunas cicatrices de esa vez.

Los amigos que siempre formaba los primeros años de la secundaria, se alejaban de mí cuando empezaban a hostigarlos junto a mí. No los culpo, yo también huiría si se me diera la oportunidad.

Me levanté y me dirigí hacia el baño, tomé una ducha rápida y me cambie. Cuando estaba saliendo de mi cuarto me crucé con mi hermano que estaba por entrar al suyo, rara vez está en casa, ya que se la pasa yendo a la casa de papá.

-Buenos días- dije tímida. Él giró hacia mi y me miró con cara de pocos amigos.

-Hola- dijo de mala manera girándose para mirarme.

-¿Cómo esta papá?-pregunte bajando la cabeza, empezando a jugar con los dedos de mis manos.

-Te vez patética- respondió mirándome de arriba a bajo con una sonrisa burlona. Se dio la vuelta y cerró su puerta tras suyo.

Seok y yo no nos llevamos bien desde el divorcio de nuestros padres. La comunicación entre nosotros fue cortandose a medida que pasaba el tiempo y nuestras conversaciones casi siempre terminan en insultos dirigidos hacia mí.

-¡El desayuno ya está listo, bajen o se enfriará!- gritó mi madre.

Baje a la cocina y salude a mamá mientras tomaba asiento.

-Buenos días- saludé. -¿Te quedarás a desayunar?- pregunté.

-No puedo Mimi - dice ella mientras guarda su laptop y hojas del trabajo en su bolso. -Tengo que irme ya, es un poco tarde, les avisaré si llego tarde esta noche- dijo mientras se levantaba y se acercaba a darme un beso en la frente. Luego salió de la cocina dispuesta a irse a su trabajo.

Mi madre siempre a trabajado muy duro, por eso estoy acostumbrada de que llegue tarde a casa la mayoría de las veces. Pero cuando está en casa, casi no se preocupa por nosotros, lo único que hace es trabajar.

Mire el reloj y me di cuenta que faltaba 20 minutos para que toque el timbre de la escuela. No tenía mucha hambre así que agarre una manzana de la mesada, tomé mi mochila y salí de casa lo más rápido que pude.

Estaba acostumbrada a ir caminando, el colegio no quedaba muy lejos que digamos, normalmente duraba entre diez a quince minutos llegar. 

A medida que me acercaba y veía el edificio, mis nervios iban creciendo, mis manos sudaban y mi corazón latía cada vez más rápido, sabía lo que me esperaba apenas pusiera un pie dentro.

Cuando llegue al portón suspire pesadamente, me puse la capucha, baje  la cabeza y metí mis manos en los bolsillos de mi buzo. Estaba tratando de pasar desapercibida, ante los que me molestaban, aunque sabía que tarde o temprano me encontrarían. Estaba tan perdida en mis pensamientos, cuando de la nada sentí que alguien me frenaba, me asusté. Al levantar mi vista vi a Xiumin sonriéndome. Empecé a temblar del miedo cuando me arrastró hacia uno de los pasillos del colegio.

-Vaya, vaya... ¿Qué tenemos aquí?- dijo de manera burlona. Levanto su mano dirigiéndola hacia uno de los mechones de mi cabello, un dolor punzante empezó a hacerse presente cuando tironeo de este. 

-No hagas eso, por favor- susurré cerrando los ojos por el miedo y el dolor que sentía en ese momento.

-Lo haré si vienes conmigo- susurró también acercándose a mi oreja. Negué con el poco coraje que me quedaba.

-Si no vienes por las buenas, esto se pondrá muy feo- dijo antes de empujarme contra la pared, haciéndome daño en uno de mis hombros. -Sabes muy bien que no me gusta cuando te pones así- susurró enojado en mi oreja, dándome escalofríos.

Me agarró de mi brazo y me jaló hasta uno de los salones del fondo de la escuela. Estos usualmente se encontraban vacíos. Cuando entramos a uno de ellos, vi a su grupo esperándonos. Miró a uno de los chicos y le dijo que se quedara afuera cuidando por si venía alguien.

Tenía miedo, quería correr lo más lejos posible, quería que todo esto terminara lo más rápido posible o que fuera un sueño. Estaba temblando, ya me imaginaba lo que harían.

-Espero que ese pequeño error de no hacerme caso, no se vuelva a repetir-comenzó a decir más enojado que hace un rato. Me propinó una cachetada, que me hizo caer al piso de rodillas -¡¿Quedó claro gorda?!- gritó furioso.

Asentí con la cabeza agachada tratando de no llorar, empecé a sentir un sabor metálico en mi boca. Aprendí que llorar o pedir que pararan, solo empeoraba las cosas, así que los dejaba golpearme hasta que se cansaran. Escuché como uno de los chicos, que hasta ahora solo miraban la escena divertidos, se acercaba a donde estábamos.

-Tranquila, esta vez seremos más suaves- dijo Suho posando su mano en mi barbilla, haciéndome levantar la mirada. Este me miro con asco - ¿podrías no ser tan estúpido?- preguntó mirando a Xiumin enojado. -Ya te he dicho que no le pegaras en el rostro- lo reprendió tomando mi barbilla para mostrarle lo que había hecho. - No puedes simplemente  pegarle en lugares que pueden ser vistos- le advirtió dándole una mirada furiosa. 

-¡Tenía que hacerlo, no quería venir!- se excuso Xiumin. El contrario volvió su mirada hacia mi y alzó su ceja izquierda.

-Levántate- me exigió.

Hice lo que me pidió y cuando logre ponerme de pie, me empujó contra la pared, haciendo que me golpeara la cabeza fuertemente, produciendo que me mareara.

-Escúchame bien- comenzó apretándome mis muñecas, logrando que soltara un gemido de dolor. -Siempre serás nuestro juguete, y podemos hacer lo que queramos contigo ya que nadie se preocuparía por una zorra como tú. No lo olvides, no puedes desobedecernos y pensar que no sera peor- prosiguió antes de golpearme un puñetazo en el estómago haciendo que caiga nuevamente al suelo.-¡¿Has entendido?!- gritó.

- Suho, viene alguien- interrumpió Kai, entrando al salón.

-Esta bien- respondió soltando un suspiro y me agarró de los hombros para ponerme de pie -Espero que con eso aprendas a obedecer, o sino la próxima te irá peor- me amenazó, alcancé a asentir y me soltó, haciendo que vuelva a caer de rodillas. El grupo sólo agarró sus cosas y se fue.

Yo me quedé en el salón, con un dolor insoportable en el estómago, tratando de recuperar un poco de aire y esperando que el mareo se me pasara. Quería llorar, pero no tenía las fuerzas suficientes ya.

- Resiste un poco más- Pensé mientras me levantaba lentamente.

Que se puede esperar cuando las personas con las que convivo día a día se han encargado de recordarme todos los días, que no soy más que un juguete, un objeto con el que pueden hacer lo que quieran, cuando quieran.

𝓢𝓪𝓿𝓮 𝓶𝓮, 𝓹𝓵𝓮𝓪𝓼𝓮.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora