a bad ending

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Apretaste los labios y tragaste saliva fuerte, mientras te abrazabas a ti misma y sentías el sudor frío recorrer tu espalda.

Aquello andaba mal, terriblemente mal.

Undertaker blandía su arma como si esta fuese parte de su cuerpo y esquivaba con una facilidad exasperante al demonio y los dos shinigamis que estaban a su acecho, contraatacando casi con el doble de potencia.

Observabas los vertiginosos movimientos con el ceño fruncido y el corazón en la garganta, esperando que pronto tu mayodomo diera vuelta al resultado aunque, si debías ser honesta, comenzabas a angustiarte.

Otro impacto. Ya habías perdido la cuenta de los golpes que habían logrado darle a Sebastian.

"Esto no es bueno"—pensaste a la vez que te apoyabas de una pared para no perder el equilibrio por los bruscos movimientos del barco, que se tambaleaba violentamente anunciando que pronto colapsaría.

Definitivamente, la celebración de tu veinteavo cumpleaños no tenía que acabar así.

—¡Sebastian!—exclamaste mientras te dirigías a la escalera, buscando estar un poco más cerca—Para ya de jugar—ordenaste, sintiendo tu voz oscilar entre la exigencia y la súplica, sin saber si te oyó. Apretaste el puño sobre tu pecho, preocupada de que la situación se le hubiera salido de las manos al azabache.

Miraste a tu alrededor, analizaste el salón destruido y volviste a levantar la mirada a la feroz pelea, negando con la cabeza.

Inhalaste y exhalaste, buscando tranquilizarte.

No era posible, simplemente no. Era Sebastian.

Un demonio, un ser sobrenatural, con una fuerza y astucia superiores, una sed de sangre de la que hacía gala a la hora de acabar al enemigo y una maldad que apenas y podía verse contenida en esos ojos carmesí.

Hablaban de tu mayordomo, de quién juró estar a tu lado y protegerte por la eternidad, más allá si era necesario; hasta hacerse con tu alma de la misma forma en la que se había apoderado del resto de tu ser con esa hermosa sonrisa, susurros dulces y caricias delicadas.

Tus pensamientos se detuvieron al momento en que la mano del sepulturero, que apareció frente a ti de la nada sin permitirte reaccionar, se enredó en tu cuello levantándote de tu sitio y clavando sus largas uñas en tu piel.

—Esta pelea está siendo bastante aburrida, ¿no crees?—se mofó, acercando su rostro al tuyo y apretando un poco más su agarre. Forcejeabas, lanzando manotazos a su rostro y moviendo los pies frenéticamente—Vamos a hacerla más divertida—propuso sin dejar de esbozar una sonrisa.

Antes de que pudieses hacer nada, sentiste el aire entrar de nuevo a tus pulmones y el tiempo frenar violentamente, al momento en que el shinigami te arrojó desde lo más alto. Abriste los ojos como platos y extendiste tus manos a la nada, permitiendo que la única palabra que había surgido en medio del pánico saliese de tus labios en forma de un grito agudo:

—¡Sebastian!

En un parpadeo el de ojos carmesí apareció frente a ti, estirándose para tomar tu mano.

Y salvarte, como siempre lo había hecho.

Pero el sonido de la carne desgarrada llegó a tus oídos, viste como la guadaña entró al cuerpo de Sebastian y su imagen se manchó de sangre, siendo iluminada por la cegadora luz del registro cinematográfico que se desplegó.

Soltaste bruscamente el aire y le permitiste a tus rígidos músculos calmarse, esperando el golpe. Sin embargo, las brazos del pelinegro rodearon tu cuerpo y te envolvieron en un abrazo protector que te resguardó del impacto.

deal with devil  悪魔 sebastian michelis ft. simp culture.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora