"Siempre has tenido el poder, cariño, sólo has tenido que aprenderlo por ti mismo." El Mago de Oz.
El interior estaba muy oscuro, sólo una pequeña vela que estaba a punto de derretirse por completo y su brillante pelo iluminaban el calabozo.
Jimin estaba tumbado en el frío suelo, con los ojos fijos en la barandilla, esperando ver a alguien acercarse, pero hacía horas que estaba atrapado en la torre del castillo sin que nadie le ofreciera comida. Su estómago gorgoteaba y su garganta estaba seca. Oh, cuánto ansiaba lo que había comido en la mansión del Duque.
Normalmente, en este tipo de situación debería estar pensando en cómo escapar del castillo o en qué pasó cuando aterrizó en este extraño mundo pero no, lo único que no podía salir de sus pensamientos eran sus ojos, los ojos del Rey.
Era fascinante como cambiaban de color de un segundo a otro. Otras personas probablemente se asustarían pero no era el caso de Jimin, le parecía increíble y tenía curiosidad por saber por qué cambiaban, quería volver a verlos.
Miró a su alrededor, sólo pudo ver paredes sucias, cubiertas con algunas manchas de sangre. Tragó saliva, pensando que hubo otros prisioneros antes que él y que habían sufrido a causa de la violencia.
"¿Dónde está?" la profunda voz del rey le hizo saltar de la sorpresa.
"Sígame, señor." Oyó unos pasos que se acercaban a su celda, su corazón latía muy rápido y se levantó rápidamente y se sentó en una pequeña silla de madera en la esquina.
Vio al rey caminando hacia él y a su lado un hombre alto que llevaba una larga capa negra con una capucha que le cubría toda la cara.
"Ábrele la puerta", pidió el rey al guardia.
El gnomo sacó sus gigantescas llaves y la abrió con fuerza, haciendo que el chico se asustara.
"Oh, señor", murmuró el misterioso hombre al verlo. "Ese pelo..." se acercó a él lentamente y se arrodilló frente a la silla.
Todo el cuerpo de Jimin temblaba de miedo, pero una parte de él se tranquilizó gracias al olor que emanaba del hombre, un hermoso olor a azahar junto con lavanda. "¿Q-quién es usted?", preguntó.
El desconocido se bajó la capucha para mostrar su larga y lacia cabellera negra que descendía un poco por debajo de los hombros. Era un hombre hermoso, con una piel bronceada y radiante y unos preciosos ojos morados que iluminaban todo su rostro. "Soy un Mago", dijo el hombre con una sonrisa reconfortante. "Me llamo Hoseok."
Jimin se limitó a asentir con la cabeza, aún sorprendido por el extraño color de sus ojos.
"¿Cuál es tu nombre?"
"Jimin."
"Bonito nombre." Hoseok se frotó la barbilla. "Bueno, Jimin, debo decir que tu pelo es muy bonito", añadió. "¿Puedo?" esperó su permiso para tocar sus mechones de diamante.
"S-sí."
El Mago sonrió y pasó suavemente sus largos dedos por el cabello mágico. Respiró lentamente y cerró los ojos y pareció calmarse cada vez que lo sentía contra su piel. "Señor, esto es increíble", murmuró.
Abrió los ojos y miró a Jimin con confusión.
"Entonces, ¿qué es?", preguntó el rey desde detrás de las rejas.
Hoseok se frotó la barbilla y suspiró. " No puedo reconocer qué tipo de criatura es, esto es muy nuevo para mí"
Giró suavemente la cara de Jimin para examinarla y revisó algunas partes de su cuerpo como sus brazos y su cuello. El menor se estremecía cada vez que lo tocaba. "Oh, ¿te estoy haciendo daño?"
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. ⇢ diamond ˎˊ˗ ꒰ ym (hiatus)
Fanfic❝ "Estás brillando como mil estrellas, mi precioso diamante." Jimin no tiene vida, ni trabajo, ni amigos, ni... nada. Todo porque su color de pelo es muy extraño al mundo normal. Diamante. Un día, es trasladado a otro mundo llamado FANTASÍA donde...