Soy distante de mi razón
y feretro de mi sueño,
me miento constantemente,
como si de algo fuera dueño.
Pequeño niño de cartón,
ríndete antes de que aumente,
tu obligación no es el desempeño,
corre a jugar en el pampón
antes de convertirte en un demente.
Conoces tus límites en aquel balcón
y la verdad es que no los tienes,
estas envuelto en dudas, frustración
y solo tu felicidad retienes.
Te puedo comprender en la noche,
cuando tu desvelo me pronuncia,
gritas ansioso mi nombre,
tu mente se rinde pero tu alma no renuncia.
Destinado a los detalles,
sobrellevado por la madurez,
envuelto en una belleza efímera,
dedicado a cientos de tribales,
confundiendo el amor con interés.
¿Ahora qué?
¿Saltarás al fin a tocar suelo?
Tu inteligencia superó tus emociones,
pero no calmaron tus miedos,
tus dudas ni tus elecciones,
eres un prisionero sin derecho al cielo.
un prisionero sin salvaciones.
Te obligas constante,
tu mente sobrelleva un futuro imposible,
olvidas tu pasado e ignoras tu presente,
crees no ser prescindible,
pero si derrumbas,
los escombros aplastarán a los que te presiden.
Pequeño niño consentido,
consentido por la vida, por la suerte,
la fortuna no es tu destino,
solo eres un talismán para quien logra tenerte.
Deja de envolverte en recuerdos,
recuerdos que no existen,
recuerdos donde podias ser tú sin reclamos,
donde el machismo no ocultaba tu llanto,
donde el dinero era subvalorado
y el esfuerzo y trabajo era de adultos.
Deja de creer en esos momentos,
tan distante y tan perdido del tiempo,
la aurora levanta y sigues despierto.
Deja que tus ojeras redacten su cuento,
que te juzguen de no ser literario,
que juzguen incluso este elegio,
que la inteligencia no es un arte,
es sólo un maldito privilegio.
Sabines
