N A R R A D O R O M N I C I E N T E .
18 de abril del 2019.Lars mientras giraba hacia el cielo crepuscular y se columpiaba, Kin estaba sentado a su lado con la cabeza apoyada en el poste del columpio, esperando a que se fuera. Nunca habían sido tan cercanos como sus padres, pero siempre habían sido amigos. Kin no estaba seguro de por qué habían cambiado las cosas. Todo lo que sabía era que a los dos años en la escuela secundaria, la amistad de siempre se volvió inexistente.
Lars constantemente pensaba que su amigo de la infancia tenía los ojos mas hermosos y extraños que haya podido ver, eran azules, expresivos, ni grandes ni pequeños y con unas pestañas largas que lucir y a pesar de tener un cabello rubio con el que complementar aquellos ojos siempre llevaba el cabello muy corto. El rostro de Kin, al igual que sus ojos, era lindo; sus pómulos prominentes se decoraban con un par de pecas y tenía el habito de siempre sonreír lentamente, era una sonrisa tan pura que Lars de repente podía encontrarse tímido, tan completamente envuelto por su adoración por él.
—Hay un columpio disponible —habló Lars—. Vamos. Vamos a ver si algo ha cambiado desde que éramos niños —mencionó con timidez, pues la mirada distraída pero intimidante de Kin estaba sobre él.
Sin decir nada, El rubio se puso de pie y caminó, sus pasos crujieron en las astillas de madera detrás de él. Ninguno dijo nada mientras se hundía en uno de los viejos columpios, junto al de Lars. Kin extendió la mano con los dedos de los pies para poder empujar ligeramente el columpio mientras el plástico duro se hundió en sus muslos y las cadenas oxidadas se esforzaban por moverse.
—Así que ya no me odias —había algo de ironía mezclada con amargura en su voz.
Lars frunció el seño, quizás demasiado mientras se esforzaba en balancearse.
—No te odio —declaró.
—Sin embargo, estás enojado. Lo has estado desde que teníamos 11 años.
—Yo estaba enojado —casi murmuró—. Era un niño estúpido de 11 años, si lo piensas realmente no importa.
—Seguimos siendo niños estúpidos, Lars. No es como si hubiéramos envejecido —resopló—. Solo dímelo.
—Es sólo... —sus nervios lo interrumpieron y sacó una mano de su bolsillo y se la pasó por el cabello para que las ondas de color negro fluyeran desordenadamente por su frente—, no puedo creer que te esté diciendo esto —tranquilamente se tomó unos segundos antes de hablar—; Estaba molesto porque te pedí que bailaras en el baile de primavera conmigo y luego te escapaste antes de que pudiéramos hacerlo —sintiéndose avergonzado de mencionar aquello, Lars se frotó uno de los ojos, y Kin notó que las mejillas debajo de su mano estaban teñidas de rosa.
—Entonces, ¿Decidiste no hablarme?
—Estaba avergonzado.
—Supongo que tienes razón. Es un poco infantil.
Kin no había hablado con Lars en años, al menos cuatro. Lars le pidió a sus padres que lo cambiaran de escuela por motivos que ahora se daban a conocer, en poco tiempo hizo nuevos amigos allí y solía tener muchos planes con ellos. Los padres de ambos chicos siempre habían sido amigos cercanos, incluso se reunían algunos domingos para almorzar. Kin se aseguraba de desocuparse, no tener planes y estar en casa para asistir a los almuerzos. Lars, sin embargo, no lo hizo, hasta ahora.
—Oye —dijo Kin, saltando del columpio, luego se paró frente a Lars, con las manos en los bolsillos. Los dedos de los pies de Lars rozando ocasionalmente los de Kin mientras se balanceaba lentamente hacia adelante y hacia atrás—, lo siento, independientemente de lo pequeño o grande que haya sido. Cometí un error y fue completamente una mierda. Le dije a mamá que no me sentía bien esa noche muy poco después de que me invitaste a bailar porque no pude asumir nada en ese momento y me asusté porque tenía miedo en cómo podrían reaccionar las personas al ver a dos chicos bailando juntos, y ella me llevó de inmediato a casa —Kin se estremeció en recordar las miles de sensaciones que soportó a los 11 años—. Preferiría haber bailado contigo. Créeme —añadió con una pequeña sonrisa.
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El arte de las flores © | EADLF
Fiksi RemajaKin es un chico bastante rencoroso y desconsolado que compra flores para su mentiroso ex-novio, cada día, según sus sentimientos, en la tienda en la que trabaja Moges. [G A Y] 2021.