Capítulo 3.

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Jean estaba lejos de querer contarle a su hermanita pequeña lo ocurrido durante la comida. Sentía que todo lo que sucedía entre la líder de Liyue y ella era obsceno de algún modo, y no se veía capaz de hablarle de temas así a Bárbara. En cualquier caso, ya había decidido que haría como que seguían en Liyue por su trabajo. A su hermana le vendría bien y ella tendría tiempo para pensar en cómo le contaría a Lisa todo.

«¿Soy cobarde? ¿Estoy usando a Bárbara como excusa?».

Bajó la vista para contemplar la calle desde la posada y dejó que el aire fresco le enfriase la cabeza.

—¿Hay posibilidades de que veamos hoy a Ninguang, hermana?

—¡Ah! —La caballera se sobresaltó y se agarró el pecho.

—Eh... ¿Lo siento?

Bárbara estaba de pie junto a la cómoda. Llevaba su vestido blanco favorito con un gorro a juego y mantenía las manos juntas a la altura del vientre.

—¡No, no! ¡No pasa nada, Babs! Pues... ella va a estar en la fiesta de esta noche que te comenté. Hablando de lo cual... —agregó en voz demasiado baja.

Tanto que su hermana no se percató de que aún no había terminado y respondió.

—No quería ir... Pero supongo que podría pasarme a saludar, ¿verdad? Así hablo con ella.

Quería hablar con Ninguang, que, a su vez, había dicho que era imprescindible que su hermana se personase allí esa noche. «Entonces sí que pasa algo entre ellas. Sí que está haciéndole algo», pensó. Jean se alarmó. Corrió hacia Bárbara y la sujetó por los antebrazos.

—¿Por qué quieres hablar con ella? ¿Sobre qué?

—Ay, ¿qué haces? —La diaconisa se retorció intentando soltarse, pero la mayor no medía su fuerza—. ¡Ella sabe mejor que nadie dónde y a qué hora son los conciertos de esta ciudad!

—Oh... —Jean soltó a su hermanita y compuso una mueca de alivio—. Lo... lo siento. Perdona, Babs.

—¿Sabes? Esta mañana dijiste que yo he empezado a tararear otra vez desde que estamos aquí —dijo, retrocediendo un par de pasos para alejarse—. Tú, en cambio, a cada hora que pasa estás más rara. ¡Das miedo!

Y, antes de que la caballera pudiera balbucear otra disculpa insustancial porque no sabía cómo expresar todo lo que le sucedía, la joven ídolo se marchó de la habitación.

* * * * *

El exterior de la cámara de jade estaba preparado para recibir las numerosas visitas que esperaba para esa noche. Incluso había un carruaje aparcado cuando llegó Jean, a pesar de que todavía era por la tarde. Atravesó la zona con paso firme. Tras el susto que le había dado a su hermana menor había llegado a una conclusión: debía parar a la líder de Liyue y abandonar su terreno. Ni dejar la puerta abierta a futuros contratos ni nada, Bárbara y ella se iban de inmediato.

... pero antes le diría unas cuantas cosas a Ninguang.

—Quiero ver a tu señora —le espetó a una de las secretarias, que no se atrevió a replicar. La condujo hasta una pequeña sala cerrada en la cámara de jade y...

—¡Jean, cielo!

—¿¡Lisa!?

La mencionada se incorporó de la mesita de café donde bebía té junto a Ninguang y se lanzó a los brazos de su novia. La besó y estrechó amorosamente.

—¿Sorprendida, amiga mía? —preguntó la anfitriona contemplándolas.

Cerró los ojos para darle un sorbito a su té y la única reminiscencia de su sonrisa ladeada fue un diminuto hoyuelo junto a la comisura de sus labios.

Canciones escritas en piedra [Genshin Impact]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora