El faro

6 0 0
                                    

Tres de la madrugada, un barco pesquero se encuentra a unas 20 millas náuticas del puerto de Ferrol.
La tormenta había llegado sin esperarlo, pese a ello los pescadores mostraban una calma insólita dadas las circunstancias, una calma que solo te da la dura experiencia.
Pablo era el que menos tiempo llevaba en el oficio y se mostraba algo más nervioso, pero intentaba aparentar lo contrario.
El oleaje mecía el barco a su antojo y en la oscura noche, el faro era la única guía posible, un haz de luz y tras ella 12 segundos de oscuridad, lo que tardaba el foco en dar la vuelta y deslumbrarlos de nuevo.
La mar cada vez estabas más embravecida; ahora solo importaba una cosa y era llegar al puerto sanos y salvos.
Pero cosas del destino una de las enormes olas intercepto el barco con la mala fortuna para los pescadores de volcar.
Un silencio abismal, el agua congelada daba la sensación de transformarse en pinchos que se clavaban por todo el cuerpo.
Los marinos miraban la luz del faro, como esperando que los calentase, que los abdujese y los depositara de nuevo en la costa.
Por la cabeza de pablo pasaban todo tipo de pensamientos, pero especialmente la imagen de su mujer y su hija pequeña que lo esperaban en casa, deseando abrazarlo y absorber el frio que cada noche inundaba el cuerpo del joven pescador.
12 segundos, y otros 12 y otros 12, ya todo parecía perdido cuando de repente, se aproximó otro barco pesquero, dispuesto a rescatarlos.
Todos subieron a bordo del pesquero salvador, todos menos uno; el viejo Tomás aparecía por ningún lado, intentaron localizarlo pero era imposible y tras una hora de búsqueda regresaron al puerto. Orientados por supuesto por el faro, por los 12 segundos de oscuridad, por el haz de luz que es el gps de los que habitan el mar en la noche.
Llegaron al puerto abatidos, cerca de llegar al punto de la hipotermia y con una tristeza indescriptible por la pérdida de un compañero.
A la mañana siguiente todos amanecieron temprano y salieron al bar, esperando noticias sobre Tomás, tal vez hubiesen encontrado al menos su cuerpo.
Todos se encontraban reunidos en una mesa grande, al calor de una taza de café, cuando de repente un señor mayor apareció triunfal por la puerta del bar. Era Tomás, estaba vivo y a salvo.
Todos corrieron a abrazarle, con lágrimas en los ojos y entre la profunda emoción todos le preguntaban que había ocurrido, cómo había conseguido llegar a la costa.
El viejo Tomás solo respondió: No es la luz lo que importa en verdad, son los 12 segundos de oscuridad.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 10, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Verdades aún por descubrirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora