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YoonGi caminaba lentamente por los pasillos de su instituto japonés, mientras acomodaba sus lentes y seguía llevando algunos documentos al despacho del director Mizuki.

No es que estuviera contento por su castigo, ya que no fue su culpa. Unos compañeros comenzaron a molestarlo y como él no era un gallina se defendió.

Había estado en Japón desde sus 10 años y ahora tenía 17, por problemas de su padre en el trabajo tuvieron que mudarse a Kyoto.

Sin duda le gustaba Japón, era un lugar muy hermoso, pero no tanto como su país de origen, Corea. Pero había cosas que no le gustaba de Japón, por ejemplo la presión social y el bullying, que sinceramente eso estaba en todo el mundo, pero sin duda en Japón todo era peor.

Con un suspiro, tocó la puerta del despacho y espero a que alguien le diera el pase.

—Adelante, joven Min. —dijo una voz gruesa al otro lado de la puerta, y YoonGi no tardó en adentrarse.

—Aquí está lo que me pidió, señor. —habló bajo YoonGi, acercándose y dejando los papeles en la mesa del director.

El director Mizuki tomó los papeles y les echó un ojo por arriba, asintiendo satisfecho.

—Está bien joven Min, puede retirarse.

Y como si fuese lo que estuviera deseando, salió del despacho para correr a su aula y buscar su mochila.

Sonreía como tonto, mientras que su castigo era terminar unas cosas por el director, a los chicos que lo estaban molestando les tocó limpiar el Gimnasio, tardarían una o dos horas en eso mientras que él, corría feliz a su casa.

Cuando entró a su aula y tomó su mochila, algo le llamó la atención. Como se sentaba al lado de la ventana, una figura de un chico le llamó la atención.

Estaba de espaldas a él, mirando hacía quien sabe donde, pero estaba allí.

No llevaba uniforme, por lo que no sabía si era de su instituto o el instituto vecino.

Sin saber porque lo estaba mirando tan embobado, se acercó más a la ventana, notando que en las manos y muñecas del chico habían algunos cortes.

Sin duda YoonGi era de corazón noble, tanto que de sólo imaginar el dolor que debía sentir ese pobre chico a tal punto de cortarse, ya se encontraba triste por él. Quería ayudarlo.

De pronto, el chico pelinegro volteó lentamente hasta que sus ojos conectaron.

YoonGi quedó mirando a los ojos de ese chico, eran oscuros y por ellos caían lágrimas. Se sorprendió al ser descubierto, pero el chico sólo lo veía triste y con la mirada perdida.

Su corazón dolió al verlo así, tan indefenso que quiso correr para abrazarlo.

Un susurro que no llegó a escuchar, los labios de aquel pelinegro se movían diciendo algo que el no llegaba a escuchar, pero entendió que no debía ser nada bueno.

"S... A... E..."

Era lo que entendía YoonGi, era una palabra pero sólo había podido escuchar eso.

Agarró con fuerza su mochila y corrió hasta las escaleras para bajar y encontrarse con el chico.

Cuando salió, fue donde supuestamente debería estar el pelinegro, pero no había nadie ya, buscó su aula desde abajo y se colocó donde había visto al chico, pero nada, se había ido.

Suspiró rendido, comenzando a caminar deprimido hasta su casa, mientras que desde la rama de un árbol lo vigilaba alguien.

La brisa provocó que sus cabellos se despeinaran, pero no que quitara la vista de aquel pálido chico que caminaba triste hacía su casa.

—Él me vió...

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Houlo~ ¿que tal cookies?
¿Cómo les trata la vida? UwU
Eh vuelto y ésta vez con una nueva historia, llena de misterio y tal vez, un poco de terror
Sin duda soy amante de lo paranormal y de las leyendas urbanas, no se ustedes. Y después de haber leído una historia llena de contenido, me entró a la mente ésta historia que estan leyendo xdxd
Espero que les guste y le den mucho amor ùwú

Atte: So_Fly_Away🍃

El Rey De Las Sombras [Y•M]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora