Capítulo I - Una perdida terrible.

367 90 56
                                    

—Lucia, ¿estás listas? —pregunto Gáston asomándose con curiosidad en la puerta de la habitación.

—Te he dicho muchas veces que no que me llames así, por lo menos no en la casa —dije un poco fuera de tono, aun mi cabeza no terminaba de asimilar todo lo que estaba ocurriendo.

—Lo siento, Señora de Antonelli,¿Te parece mejor así? —el sarcasmo en su voz me sacaba aún más de mis casillas, su arrogancia era evidente.

—Tampoco —Hice una corta pausa para inhalar el aire que sentía me faltaba. —Ya no creo que sea necesario, que me sigan llamando así.

—Que seas viuda no quiere decir que no sigas siendo la Señora De Antonelli —señaló Gaston, aun recostado en el umbral de la puerta de mi habitación.

—¿Me harías un favor? —pregunte llamando su atención por breves instantes mientras intentaba darle un poco de color a mis labios frente aquel espejo.

—¿Qué necesitas? —pregunto detallando fijamente cada detalle de mi acción. —Te queda muy lindo ese color, —comentó. —Te sienta bien el rojo.—agrego.

-Lo se, ¿te puedes largar? no estoy para tus comentarios —solté sin más. —Quiero estar sola un rato antes de bajar.

Escuche como Gastón cerro la puerta de un golpe, acto seguido sus pasos se escucharon distantes alejándose por el amplio pasillo de la casa, mientras tanto yo pensaba en la manera correcta de enfrentar todo lo que estaba pasando, en el piso de abajo.

—Bien, tu puedes —Me di ánimos, si nadie más lo haría ¿porque yo no? —tú puedes hacerlo, improvise algunos ejercicios rápidos de respiración para mantener la calma, era fundamental. En la planta baja me esperaban como la viuda desbastada, y lo estaba. Pero no podía notarme frágil, ese no era precisamente mi estilo.

Tome mi bolso y lentes que reposaba sobre la cama para luego bajar las escaleras que dirigían hacia el salón donde todos estaban reunidos, no sin antes hacer una breve pausa, antes de poner un pie fuera de esa habitación donde parecía que el tiempo se había congelado.

—Tu puedes con esto. —Murmure para mi misma.

...

—¡Mamá! —Llamó Anna, dirigiéndose con prisas hacia donde me encontraba, sus ojos se notaban rojos, pues era comprensible ya llevaba largo rato llorando. —Mi niña —dije mientras la acurrucaba entre mis brazos —Todo estará bien.—logre decir con un nudo en mi garganta que amenazaba con desandarse en cualquier momento. —Mi hija se aferro aun mas a mi y pude sentir como aun temblaba, así había estado las ultimas dos horas desde que se entero sobre el fallecimiento de su padre.

—¿Por qué? —Preguntó Anna aun abrazada a mi, supongo que esperaba que le diera una razón justificada de porque el hombre mas importante de su vida hasta ese momento ya no se encontraba con nosotras.

—No lo sé hija, no lo se —Conteste manteniendo la calma, mientras la consolaba pero a la vez derramando una lagrima casi inevitable. —Esta vez no tengo una respuesta sensata.

—Él si la tendría. —indicó entre lagrimas.

—Bien Señora ¿nos vamos? —interrumpió Gastón, que ya se encontraba con llaves en mano esperando en la puerta de salida.

Observe a todas las personas reunidas en aquella sala, cada una de sus caras reflejaba un profundo dolor, algunos entre sollozos y otros simplemente con la mirada perdida.

—Claro, chicos debemos irnos, ¿están listos? —Pregunté observando esta vez la cara de dolor de mis otros dos hijos y de mi cuñada que se encontraba inconsolable. Sebastian, mi hijo mayor y vivo reflejo de su padre llevaba de la mano a su tía quien tambaleaba, no tengo claro si era por la pena que sentía o por la media botella de whisky que aparentemente había ingerido.

—Sí mamá, —Respondió Sebastián sentado en un mueble al fondo del salón. —Ya es hora, a papá no le gustaban las impuntualidades. —Su voz parecía no tener fuerza, Sebastian siempre se caracterizo por ser el mas rudo de la familia, pero esto sobrepasaba sus limites.

—Tienes razón, vamos —ordene mientras abrazaba a cada uno de mis hijos mientras iban saliendo de la casa con dirección a los autos que no llevarían aquella tarde a ver a su padre por ultima vez.

Quizás debí aprovechar mas ese momento, en ese entonces me era imposible saber que esa seria la ultima vez que los vería a todos reunidos, como la familia que solíamos ser, o por lo menos esa que yo recordaba con alegría.


¡Hola! ¿Que tal? si llegaste hasta acá, por fa deja algún comentario, si tienes alguna sugerencia sera bienvenida, gracias, déjame saber si te gusta esta historia.

Nota: la historia ya esta completa la iré subiendo nuevamente

Hasta que la Muerte Nos SepareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora