Capítulo V - Llama a Gastón

126 58 13
                                    


Los dos detectives salieron de la oficina, para que a los pocos instantes entrara Rebeca con dos tazas de café en las manos, cerro rápidamente la puerta tras ella y se dirigió con prisa hacia mi una vez me vio sentada en uno de los muebles que daban hacia el ventanal.

—¿Estás bien? —preguntó Rebeca, al verme pensativa. —luces un poco pálida.

—Sí, no te preocupes todo está bien es un leve mareo.

Algo en mí no andaba bien, debo reconocer que la visita de los detectives me había puesto un poco nerviosa, la información que procesar era mucha, y los malos recuerdos del pasado se iban acumulando en mi cabeza cada vez más.

—Ya se me pasara. —asegure.

—¿Qué te Dijeron?

—Rebeca... me dijeron que lo de Marcelo no fue solo un infarto, lo catalogan como homicidio.


Rebecca soltó las tazas que llevaba en las manos, haciendo que ambas cayeran el suelo causando una gran mancha marrón donde ambas nos vimos reflejadas.

Rebecca palideció, y solo me quedo mirando atónita por unos segundos hasta que su voz consigo salir nuevamente.

—¿Que es lo que saben? —preguntó está, al borde del llanto. —¡¿Qué le dijiste Lucia?! —volvió a preguntar pero esta vez mucho mas alterada.

—Nada que no deban saber.

—¿Entonces? —pregunto, mientras bordeaba la gran mancha de café en el suelo para dirigirse hacia donde me encontraba, sentándose a mi lado, esperando una respuesta.

Aun con la mirada puesta en el ventanal, esta vez observando como caída la tarde, me dispuse a explicar.

—En la autopsia practicada al inútil de Marcelo encontraron indicios que hacen creer a la policía que lo que lo mato no fue un simple infarto, si no algún tipo de envenenamiento.  —solté sin más, esta vez mirándola a los ojos, también saben el desvío de dinero y los negocios turbios de Marcelo con otras personas o eso me dieron a entender.

—No puede ser —Rebeca comenzó a llorar, al escucha la noticia que le había dado.

—¡Hey!, Cariño, escúchame.  —tome con delicadeza una de su manos. —Tranquila. —Murmure mientras intentaba consolarla y ella aun lloraba.  —Ellos no saben nada que pueda involucrarte y tampoco lo sabrán. —silencie. —Al menos que tú se lo digas.

—No, eso nunca. —aseguro, sosteniendo con fuerza mi mano.  —Ya me interrogaron, esta mañana. —logro decir entre sollozos.

—¿Y qué dijiste?

—¿Qué crees que debía decirle?, obviamente les dije que no se nada.

—Bien hecho, —deje escapar un suspiro una vez escuche su respuesta. —Volverán, estoy segura, necesito arreglar varias cosas antes.

Solté su mano con suavidad, para levantarme hacia el teléfono y llamar a alguien de mantenimiento para que arreglara parte del desastre que se encontraba dentro de esa oficina.

—¿Puedes llamar a Gastón?, Dile que venga por mí. —le pedí, mientras marcaba el numero correspondiente en el teléfono para que alguien de mantenimiento viniera.

—¿Por qué Gastón? —Pregunto con seriedad, sin moverse de donde estaba.

—¿Y por qué no?, es mi chófer. —Le recordé.

—Creí que ya era cosa del pasado. —Dijo Rebeca con lo que parecía ser una mueca de enojo.

—Un momento, ¿Que insinúas? —reclame subiendo un poco mi tono de voz, y volviendo a donde se encontraba ella.

Hasta que la Muerte Nos SepareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora