Doomed.

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Las flores se mecían al compás del agresivo viento. los tonos amarillos, rosados y naranjos acompañados de unas suaves nubes envolvían el cielo en un hermoso atardecer.

Los tintes de esperanza, paz, dolor y agonía hacían de ese lugar uno que se detuvo en el tiempo grabando tantas historias. Lo único que había eran pedazos de concreto, sin embargó, la tranquilidad que trasmitía el lugar definitivamente no tenía comparación.

Quizás bajo qué circunstancias yacía cada persona aquí.

Con sus dedos repaso el nombre grabado, observando ese pequeño espacio que compartía con más integrantes de la familia.

La nostalgia rodeaba su cuerpo, mientras los recuerdos pasaban frente a sus ojos.

Podía recordar con claridad las veces que compartieron juntos y ahora todo se reducía a una lápida con su nombre.

- Te he traído algunas flores itadori -
Sus manos seguían pasándose por aquel trozo.

- No sé si sean de tu gustó -
Su mirada vaciló.

¿Qué hacía hablándole a una tumba?
¿Acaso se había vuelto loco?

- Yo creo que esto podría ...

Una repentina sombra sobresalió de su rostro.

- hey no sigas -

- ¿Por qué estamos visitando de nuevo la tumba del mocoso, se supone que es sólo una vez al mes? -

Si

eso era lo otro.

- Hoy es su cumpleaños -


- Ya veo . . . pero debemos irnos -


- Lo sé, sé que pueden venir en cualquier momento -

- Siempre sorprendiéndome Megumi fushiguro -

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Antes de la inevitable muerte de itadori

Megumi había hecho algo que no tenía perdón, algo que estaba prohibido bajo cualquier situación.

Una idiotez como le llamaría Zenin-sempai

Había hecho un pacto con el rey de las maldiciones

Uno que no tenía nada de bueno, excepto para Megumi.

Sabía que sukuna haría lo que fuera por él, pero también sabía que en algún momento el debería entregar todo de sí para sukuna, para que se cumpliera la reciprocidad.

El trato era sencillo, a cambio de curar a tsumiki de la maldición que le fue implantada, él debía buscar las partes del cuerpo de sukuna.

Megumi pensó que podía aprovecharse de la sentencia que tenía su amigo en aquel tiempo, pero el rey de las maldiciones fue más astuto.

Entre sus condiciones estaba invocar un cuerpo provisorio con las sombras de megumi.

No había salida

No había manera

Era una locura

Pero acepto.

Aquello fue sellado con una marca negra en su pecho, una clara advertencia del trato.

Un día antes de la ejecución de su mejor amigo, sukuna se coló a su habitación a altas horas de la noche para llevar a cabo su transición de recipiente, la cual resultó con éxito.

❝ SυᴋυFυsʜɪ ❞ ;『One-shots』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora