-Perdone doctora ¿Que ha dicho? - No, eso no podía estar pasando, él era beta. Un beta normal que quería dedicarse al voleibol profesionalmente a pesar de su baja estatura.
La joven mujer que estaba en la silla frente a él miraba los documentos sobre su mano mientras le miraba con una enorme sonrisa.
-Los análisis muestran que estas embarazado, felicidades. - Y ahí, todos sus planes de volverse un jugador profesional empezaban a desmoronarse.
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~Flashback~
Desde que remató la primera levantada de su amigo Kageyama todo empezó a cambiar para él. Se enamoró completamente del alfa pelinegro y ese amor aumentaba cada vez que se conocían más y más, Aun así, él era un beta y poco podía hacer. Convirtiéndose en uno de los mejores dúos de Karasuno.
Por razones que desconocía, una vez entraron en el tercer y último curso de la preparatoria, empezaron a estar aún más juntos que antes, quedando más veces, no solo para jugar voleibol. Kageyama contaba con él hasta cuando necesitaba encontrar algún regalo para alguien de su familia.
Hasta cierto día.
Quedaban unos meses para acabar la preparatoria, y tenía la oportunidad de viajar a Brasil para entrenar su cuerpo en el voleibol playa. Solo quedaban los últimos preparativos y los últimos días en el club de Karasuno, donde inició toda su verdadera historia.
No se esperó en ningún momento que el alfa estuviera en los vestuarios en ese estado. Con el cuerpo ardiendo, jadeando, y los colmillos afuera en todo el esplendor, con escurridizas gotas de su propio sudor cayendo por su rostro
- ¿Estás bien, BakaKageyama? - La mirada salvaje le mandó un escalofrío en todo su cuerpo. No se esperaba bajo ningún concepto que el pelinegro se le lanzara cual bestia, agarrándolo y envolviéndolo a él. Intentando captar el inexistente olor que tenía, puesto que un beta no portaba aroma. -Kageyama ¿estás en celo? tenemos que avisar a los profesores para que te lleven a la enfermería. - Intentar razonar con él no era viable. El alfa no le escuchaba, solo traspiraba en su cuello. Algo húmedo lo rozó también.
- ¿Por qué hueles tan bien? - La mirada salvaje, lamiendo y oliendo en su cuello, incapaz de alejarse del lugar.
-Estas delirando, yo no tengo olor salvo el de una persona sudada por hacer deporte. - Si, era lo único que podía ser.
-Tan bueno... tan dulce...- Kageyama empezaba a perder verdaderamente la razón. Dejándose llevar por su instinto. Quien estaba allí ya no era él, no era el rey de la pista, ahí estaba el alfa. El animal. - Mío. - Los dientes clavándose profundamente en su cuello. Y seguidamente su grito ante el dolor de la herida. Eso tardaría en desaparecer.
Instinto animal, era principalmente lo que explicaban en las clases de género. Nunca había experimentado algo como aquello. Él era normal, y Kageyama nunca mostró algún indició fuera de lo normal, no hasta ahora, cuando lo veía cual presa. ¿Acaso le gustaba al pelinegro? ¿Podrían ser sus sentimientos correspondidos? Fuera lo que fuera, iba a dejarse llevar, porque por fin tenía la atención del pelinegro sobre él. Una atención que no era de amistad.
Los labios inexpertos junto a los de un fogoso Kageyama, uno loco que parecía querer devorarlo y aplastarlo contra la pared con los incesantes roces que le proporcionaba. Rodeando sus brazos en el cuello del otro, con la mano apoyada en su mejilla, profundizando sus toques, sus roces.
El hilo de saliva que los separaba, dejando ver sus rostros, uno más rojo que el del otro que solo tenía un rostro de autosatisfacción. Shoyo se estaba atontando por alguna razón, como si algo en el ambiente lo drogara.
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¡Es tu hija, Bakakageyama! (Kagehina)
Fiksi Penggemar-Perdone doctora ¿Que ha dicho?- No, eso no podía estar pasando, el era beta. Un beta normal que quería dedicarse al voleibol profesionalmente a pesar de su baja estatura. La joven mujer que estaba en la silla frente a él miraba los documentos sobre...