Capítulo 1. El manual de hechizos y pociones.

9 0 0
                                    

Un chico de cabello corto y castaño oscuro y ojos verde sucio barría afuera de una tienda de ropa fina, los escaparates parecían atuendos de gala para alguna escuela o eventos formales, el pueblo llamado Harán<jarán>, se encontraba un poco triste y cabizbajo hasta ver a alguien salir corriendo de un callejón cercano, solo vio una sombra negra alejándose y una estela de humo detrás, el hecho llamo lo suficiente su atención como para guiarlo al lugar de donde el humo salía con intensidad, dentro del callejón había una llamarada que se alzó muy alto y de pronto se extinguió dejando marcada la pared, curioso por el hecho, el chico se acercó a lo que ahí había, sorprendido de encontrar algo que parecía ser un libro, se acercó un poco más asombrado de que este estaba intacto, solo tenía cenizas sobre él, intento tomarlo temiendo que estuviera caliente así que lo hizo con cuidado, para su sorpresa estaba frio, así que lo levanto limpiándolo con cuidado leyó en su portada entre extraños símbolos "manual de hechizos y pociones" sus ojos se iluminaron, se aseguró que nadie lo viera y con sigilo corrió de regreso a la tienda ocultando su descubrimiento.

En la tienda dejo la escoba y se dirigió a la parte superior, una mujer estaba cociendo cerca de las escaleras y sin mirarlo le hablo. -Rayan, hijo ¿eres tú?- él le respondió a su madre pegándose a la pared para no ser visto y subió lo más rápido que pudo, dejo el libro sobre su mesa, en un cuarto pequeño, con una cama bien tendida y una mesita con algunos apuntes, el cuarto lucia bien ordenado con estantes llenos de cajas con diversos objetos de apariencia extraña algunos, como hierbas y frascos diversos.

El joven leyó con una expresión de fascinación, pasando las hojas una por una, acercándose a sus estantes sacando cosas de los frascos o cajas, algunas hojas secas, líquidos y cosas similares, destilando compuestos con fuego y frascos de vidrio, machacando, hirviendo de diferentes formas, la noche cayo mientras el joven realizaba estas mezclas, por la mañana su madre lo llamo para desayunar, Rayan ya estaba de pie y con una gabardina ancha como la de los aparadores de abajo.

-¿No me digas que iras de nuevo?- Pregunto la madre de Rayan.

-Esta vez lo lograre.- Dijo Rayan lleno de convicción tomo un pan que había en la mesa sin sentarse y una botella con jugo de naranja.

-¿Cuándo te darás por vencido? Baltasar te ha echado de ese lugar ya 6 veces.- Su madre estaba con una mirada de consternación, pero Rayan no podía contener su sonrisa.

-Eso no volverá a ocurrir- Dijo Rayan acomodándose una mochila de una sola cuerda que llevaba cruzada sobre el pecho.

-¿Qué llevas ahí?

-Mi boleto de entrada.- Aseguro el chico.

Su madre no entendía su seguridad, pero no lo detuvo cuando este termino de comer y se fue a toda prisa a la Orden de la Magia, una institución creada por todos los magos del continente de Púskara no muy lejos del pueblo donde vivía.

Ya lo conocían en el lugar y los magos jóvenes murmuraban regocijándose que de nuevo estaba ahí, Rayan no bajo la cabeza aunque sabía que todos hablaban de él, sujeto con firmeza su mochila y puso la mano sobre el pecho, llevaba unos guantes puestos y en el edificio más grande en el centro del concilio de magos abrió la puerta con entusiasmo, ahí había unos cuantos magos que enseguida voltearon a verlo, la que parecía ser la secretaria lo miro y con un tonito de burla, recargada sobre su mano derecha en la mesa, barriéndolo con la mirada detrás de sus pequeños lentes, le pregunto si de nuevo iría con Baltasar, el contesto enseguida que no tenía que burlarse y ella le señalo la puerta quedándose en silencio.

Entro a la oficina de Baltasar una oficina llena de libros regados por todos lados, notas en las paredes y música tocando en un fonógrafo, Baltasar vestía una túnica negra, el cabello largo en una cola de caballo con una trenza a cada lado, tez morena y una barba corta solo en la barbilla, estaba perdido en la música moviendo sus manos al ritmo de ella, sentado en su escritorio, Rayan entro decidido y al llamarlo lo asusto, haciendo que se cayera de la silla, se apresuró entonces a ayudarlo y él le agradeció, le pregunto cómo estaba su madre, el respondió que bien y el comenzó a hacer una serie de preguntas que desesperaban a Rayan, como que tal habían estado las ventas, si el otoño había llegado rápido, si hacía mucho frío o el precio de la carne en el mercado.

Poción /Terminada/pausada/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora