—________, él es Justin señaló su madre.
Y francamente, no dejaba de mirar al niño acostado en su cama. Se veía bastante delicado, bastante pálido, pero eso no opacaba su amigable sonrisa que le dedicaba especialmente para ella.
—Quédate con él—le indicó feliz—Yo iré a platicar con Megan al jardín. Y espero que cuando regrese, ya sean amigos.
Así se marchó, dejándo la sola con el pequeño enfermo. Sus padres habían charlado con ella previamente a su visita y esperaba que no la obligaran a estar con él demasiado tiempo, no quería que le pegara esa rara enfermedad.
—¿Y tú eres… mi nueva amiga?—preguntó con inocencia.
—No, no soy tu amiga. Sólo vengo de visita—contrastó de inmediato,por lo que miró de reojo como Justin trataba de acomodarse en su cama.
—De todos modos, gracias por estar aquí.
Sabía de antemano que ser cruel le generaba la antipatía de muchos niños,y también les provocaba temor a las niñas, pero extrañamente Justin era indiferente a ese carácter frívolo y desdeñoso.
—¿Y por qué estás en cama?—se atrevió a preguntarle—¿Por qué no sales a jugar como tu hermano?
—Chaz no está enfermo, ________—respondió tranquilo—Y estoy en cama porque pronto voy a morirme.
—¿Y mientras te mueres, no prefieres salir a jugar un momento?
—Sí, sí quiero.—admitió con una sonrisa triste, antes de que latos comenzara de nuevo—Perdón, no quiero asustarte, será mejor que vayas con Chaz.
—No…—negó con extrañeza mientras tomaba un libro del estante y se sentaba a su lado—Aquí estoy bien.
Sonrió. Jamás alguien se había quedado más de diez minutos platicando con él, ni siquiera su hermano y menos sus padres, que ya esperaban con impaciencia a que se muriera , o tal vez sólo malinterpretaba las palabras de sus progenitores en las discusiones de cada mañana.
Sin embargo, eso no lo deprimía y sabía que aun cuando viviera recluido en esa habitación, no se dejaría caer, y esperaría pacientemente a cerrar los ojos. No lloraría y sería feliz sus últimos días, que con el pasar del tiempo se convirtieron en años. Por eso se extrañó de ver que alguien abría la puerta y traía a una pequeña y hermosa niña.
—Y hay un lago—relató la pequeña rubia de ocho años—Quise tomar una foto, pero mi madre no quiso prestarme su cámara.
Cómo olvidar que a partir de esa visita, ________continuó frecuentando su casa y cada vez que lo hacía le llenaba de emoción todo lo que le contaba.Además que entre ellos había una especial conexión y eso podía notarlo cuando Justin celosamente trataba de robarle la atención de la rubia, que muy difícilmente conseguía para él, puesto que ________ se notaba entregadade lleno a su amistad.—Quiero pasear contigo—declamó con firmeza—Sal conmigo.
Miró a su enfermera que estaba parada en la puerta como soldado de guerra y después contempló el gesto suplicante de ________.
—Bien, pero… más tarde, cuando ella no nos vea—sugirió el castañoy ella simplemente se recostó a su lado.Vota| comenta
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