Era simplemente fascinante. Justin la esperaba siempre al salir de la universidad de arte y juntos iban a caminar, recostarse en el césped,comer. Tomaba su mano y juntos se dirigían a la habitación pequeña en la que rentaban y que ella le ayudaba a pagar gracias a la beca que tenía del patronato de arte.
Entonces Justin se recostaba en su cama, se quitaba la campera y esperaba pacientemente a que ella le acompañara a descansar. No le extrañaba que compartiendo el techo todos los días, él no quisiera sexualmente algo, si vivía mucho más atrasado que ella, él hasta cierto punto era más inocente.
—¿Cuánto llevamos saliendo?—le preguntó la rubia acomodándose en su pecho.
—Casi dos años—rememoró con rapidez mientras su pecho le ardía con el aire frío de la habitación y del crudo invierno.
—¿Te sientes bien?—cuestionó preocupada por su palidez.
—Sí, estoy bien, no te preocupes—respondió tranquilo mientras se volteaba para besarla —Te amo, ________.
—Yo también—contestó con melancolía—Y no mientas cuando te sientas mal, por favor…
Y aunque le extrañó que mezclara las palabras de amor con una petición,el sólo saber que podía preocuparla, y mucho, lo hacía sentir culpable.
—Jamás te mentiría—susurró a su oído—Ahora, quiero pedirte algo.
—¿Qué cosa?
—Que si un día te sientes desesperada y no quieres estar más conmigo, no me lo digas, sólo vete…
Por su puesto que no haría algo similar, especialmente por que lo amaba y no quería dejarlo fuera la condición que tuviera. Aunque lo entendía,comprendía su miedo y su reacción a lo negativo por culpa de su familia. Así que lo besó con verdadero amor, con auténtico frenesí.
Posó su cuerpo arriba del de él y comenzó a mover sus labios con mucha más pasión de la acostumbrada. Justin sintió que le faltaba el aire y se incorporó un poco, levantando consigo a ________, que lo veía con una tierna paciencia. Inevitablemente le sonrió y continuó besándola después de respirar más tranquilo, metió sus manos dentro de la playera que llevaba puesta y se la sacó sin dudarlo.
—¿Qué haces?—le preguntó fascinado por la acción de sus manos.
—Acariciándote—respondió besando con pasión su cuello—Ahora tócame, tú.
—¿Me dejarías verte desnuda?—cuestionó con timidez—¿Aunque no estemos casados?
—Para mí, ya estamos casados—contestó segura—Y no voy a dejarte,por nada y por nadie, ni aunque me lo pidas a gritos.Y cómo le pediría algo semejante, si lo único que llenaba su vida de alegría era ella. Así que como tal, necesitaba sentirla cerca, hacerla suya, aun por de bajo de esa estorbosa ropa que pronto terminó de bajo de la cama, con cada roce de su piel y cada succión en su cuerpo.
En realidad cómo podía describir lo maravilloso que era el sexo. No podía,ni siquiera se había imaginado con ella en esa situación por lo comprometedora y tangible que era. Lo que menos quería era ilusionarla con una vida plena y feliz.vota/comenta
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