Esa si es mi lámpara y esa es mi cabeza siendo un lindo tambor, la mejor forma de despertarse por las mañanas junto a un delicioso aroma a comida... Un minuto. Me levanto velozmente aguantando mi punzante cabeza. Para cuando llegué a la cocina me sorprendí al encontrar a un Lucas con el cabello despeinado, sin camisa, con el delantal rosa que mi tía suele usar cuando me visita.
Tal vez no sea uno de esos modelos a los cuales les quieras dar una mordida, pero, sigue teniendo lo suyo y tengo que admitir que la vista no es mala, hasta que recuerdo a mis ganas de vomitar por lo mareada que me siento y el fuerte golpe que siente mi cabeza, haciendo que suelte un leve quejido ganando la atención del cocinero sexy.
-Buenos días ¿Qué tal dormiste?
-Estaba bien hasta que abrí los ojos. Es como si me hubieran lanzado un ladrillo en la cabeza – digo recostándome del marco de la puerta.
-¿Ahora dices chistes conmigo? O ¿Solo es una pequeña luz de mañana? – Dice divertido sacándome una mínima sonrisa.
-Tienes suerte que no te haya sacado a patadas de mi casa aún.
-Qué bueno por mi entonces ¿Quieres magdalenas? – me ve por sobre su hombro.
-¿Qué son las magdalenas? –lo veo extrañada con mi cara hinchada y ojos casi cerrados. Como respuesta recibí una sonrisa de medio lado y que colocara un plato con 3 lindas tortitas responsables de mí no tan mala mañana.
Muerdo una y gimo leve al descubrir que saben mejor de lo que su olor aparenta. Hacen que me siente lentamente en mi silla, en donde por cierto debería sentarme un poco mejor por mi pijama, pero al diablo con eso estoy cómoda. Él me mostró que no quiere hacerme nada, le puedo dar un ligero voto de confianza, el cual se fortalece gracias a estas cositas.
-¿Qué tal? – se sienta en la silla siguiente.
-Si tu carrera es gastronómica, te digo que vas por buen camino – bostezo.
-Gracias, pero esa no es mi carrera – Toma de una de las tazas de lo cual asumo contiene café.
-Desperdicias talento – digo tomando la última tortita que me queda en el plato escuchando una breve risa por parte de Lucas.
-Creo que me tratas bien solo porque te estoy alimentando.
-Sigue ese presentimiento porque no te miente ¿Tienes más? – Me sirve 4 más – ¿Ya comiste?
-Sí, que lindo que te preocupes y no estés tan a la defensiva – me da una sonrisa de boca cerrada.
-Cómo sea, ya deberías irte.
-Eso es cruel, también algo bipolar.
-Velo cómo quieras, pero mi casa es mi territorio y en mi territorio mando – muerdo una magdalena con la barbilla algo alzada.
-Al menos déjame buscar mi camisa – dice levantándose.
-Aparte del supuesto beso que te di y que pedí que durmieras conmigo, ¿Qué más ocurrió? Porque tengo una extraña imagen que ya no sé si en serio pasó.
-¿Qué es exactamente lo que recuerdas? – Se quita el delantal. Bajo disimuladamente la vista por unos segundos y la regreso a sus ojos.
-Que te besé, luego casi beso a alguien más si era un viejo o alguien de mi edad; no lo sé. Tampoco sé cómo me trajiste en la moto tan borracha, esta y la primera vez. Lo último que recuerdo es que te jalaba del brazo y murmuraba incoherencias. Eso es todo.
-Recuerdas un cuarto. Era acercado a tu edad, la diferencia es que tenía la intención de propasarse contigo. Luego que te zafé de sus garras, te montaste en la barra gritando que todos tendrían tragos gratis, lo que ocasionó que todo el bar se abalanzara hacia John y casi te estrellas de cara contra el suelo, pero te atrapé – sostengo mi frente con mi mano apoyando el codo en la mesa estresada – aunque no sé precisamente cómo lo hice, solo sé que un segundo estabas en la barra y al siguiente estabas en mis brazos.
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Un mismo problema
Teen FictionTabernas, clubes nocturnos o bares, llámalos como quieras porque todos tiene la misma función. Ir a tomar un trago, bailar toda la noche, conseguir ligues de un solo momento; ya sabes. Para nosotros serán simples sitios dónde quedar noqueado, pero p...