La fiesta del partido

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Tras varios días de entrenamiento, tuvimos nuestro primer partido entre las casas, Ravenclaw contra Gryffindor.

Aquella mañana me dirigí al gran comedor y contemplé a un pálido y desanimado Watson.
-Tienes que desayunar John- insistía Sherlock -tu cerebro necesita energía para anticiparte a las jugadas-
-No puedo- respondió el muchacho -solo tengo ganas de vomitar-
-Son los nervios del primer partido- dije agarrando una jarra de zumo de calabaza con una sonrisa para servirle un vaso -empieza con esto, te vendrá bien-
-¿Qué le has puesto en la copa?- dijo extrañada Mary.
-Nada- dije escondiendo mi frasco de suerte líquida.
-¡Ni se te ocurra Watson!- exclamó el Slytherin.

Con una enorme sonrisa, Watson se lo tomó de un sólo trago y engulló su tostada.

Chocamos los cinco y nos levantamos.
-Vamos a ganar este partido (T/N)_____- sonrió el chico lleno de confianza.
-Genial- sonreí agarrando mi Saeta.

Nuestros amigos nos miraban con desaprobación pero nos daba igual.

El partido fue una absoluta locura a pesar de la lluvia, ya que, gracias a John, no entró ni un solo gol en los aros. Era un excelente guardián y como sonreía ante la emoción del público me hacía sentir muy orgullosa de haberle ayudado.

A continuación, nos fuimos a nuestra casa común para celebrar la tradicional fiesta después del partido. Como era de esperar, todo el mundo coreaba el nombre de Watson con fervor y lo elevaba en el aire.
Unos firmes pasos hicieron que mi vista se apartase del alegre muchacho mientras Mary reía a mi lado.
-¿No estás contento por él Sherlock?- sonreí mirando al serio Slytherin.
-No ha sido juego limpio (T/N)_____- respondió-lo que has hecho quebranta un montón de normas-
-Al contrario querido- dije enseñándole mi frasco completamente intacto -ha sido todo mérito de John-
-No echaste nada- se sorprendió para mirar a nuestro compañero -pero él pensó que sí-
-Correcto- sonreímos Mary y yo al mismo tiempo.

De pronto, una muchacha de cabellos dorados y rizados se abalanzó sobre Watson para darle un apasionado beso que ninguno de los asistentes esperaba.

Pude notar como Mary se quedaba helada y escuché como un pequeño sollozo escapaba entre sus labios. Agarré su brazo y, sin ninguna explicación, abandonamos la sala como alma que lleva el diablo.
Corrimos por los pasillos hasta la torre de astronomía donde mi amiga se desplomó sobre un escalón para comenzar a llorar.
Me senté a su lado y recosté mi brazo sobre su hombro para abrazarla dulcemente.
-Soy idiota- sollozó -¿Por qué tuve que fijarme en él?-
-El amor es difícil Mary- suspiré -créeme se como te sientes ahora mismo-
-Si pudiera la estrangularía con su propia melena- respondió iracunda.
-Creo que eso es un poco excesivo- dije con una suave risa.
-¿Excesivo?- rió -Excesivo es que ni tu ni yo diéramos el primer paso cuando debimos hacerlo. Excesivo es que esos dos idiotas nos hayan utilizado como si fuésemos un simple pañuelo. Excesivo es que, a pesar de nuestros esfuerzos, aún no se hayan dado cuenta de lo que sentimos por ellos. ¿Y sabes lo que es horriblemente excesivo? Que hagan lo que hagan esos dos cabezas huecas vamos a seguir queriéndoles solamente por ser como son-
-Ya- sonreí tristemente.

De pronto escuchamos unos pasos acelerados que se dirigían donde estábamos junto a dos risillas juguetonas, de las cuales conocíamos una.

John y su ligue habían llegado para fastidiar la tranquilidad que quería transmitir a mi amiga.
-¡Uy!- rió la rubia -creo que esto está ocupado-
-¡Si!- respondió una ofuscada Mary.
-Será mejor que nos vayamos- se sobresaltó la niña.
-Ok pero dame un minuto- sonrió un atolondrado y despeinado Watson -(T/N)____ gracias por darme ánimos hoy-
-De nada- sonreí para luego fulminar con los ojos a su acompañante -disfrutad de la noche si podéis-

John tiró de la muchacha a la cual le hicimos un corte de manga sin que él nos viese.

Se había metido con las chicas equivocadas y no pensábamos dejar que nos alejase de John, porque ella era de esas celosas compulsivas.
Nos acercamos a la cocina para coger unas tartaletas de cereza que habían sobrado de la cena y volvimos a nuestro dormitorio para seguir hablando del tema.

A la mañana siguiente, fuimos juntas al comedor y nos sentamos en nuestra mesa para tomar nuestro desayuno.
-Que caras tan largas- dijo un sonriente Sherlock.
-No estamos de humor- respondió secamente Mary.
-Bueno...- rodó sus preciosos ojos -¿Mal de amores?-
-¿Qué sabrás tú?- respondí dando un mordisco a mi tostada con mermelada y mantequilla- si ni siquiera te diste cuenta de que nos fuimos-
-Y no empieces a tocarme las narices- bufó Mary agarrando su tenedor con fuerza -o te apuñalo en el ojo con el tenedor-
-Vale, vale- se asustó -solo era una broma-

De nuevo, al igual que la noche anterior, dos risas se incorporaron a nuestra mesa.
-Chicos quiero presentaros a Amber- sonrió Watson -Amber estos son Sherlock, Mary y (T/N)_____-
-Encantada- respondió con un tonl de voz muy repelente y agudo -aunque a vosotras ya os conozco, sobre todo a ti (T/N)______-
-Como toda la escuela- respondí con una cínica sonrisa mientras Sherlock aguantaba la risa -si no me conoces es que vives bajo una piedra-
-Es cierto- rió -John tiene razón al decir que a veces eres graciosa-
-Claro- reí para mirar a Mary que intentaba controlar sus ganas de tirarse sobre su yugular -Mary... me duele un poco el estómago ¿Me acompañas al baño?-
-Por supuesto- sonrió- cualquier sitio es mejor que esto-
-Nos vemos en clase de criaturas mágicas- chilló Amber.
-Espero que Smaug se la tragué enterita- susurró Mary mientras salíamos de la sala.

Mi cuerpo impactó contra otro chico haciéndome un poco de daño.

Al levantar mi vista, contemplé la sonrisa de un dulce Newt mirándome.
-Los humanos no son del todo buenos para la dieta de un dragón Mary- rió el joven.
-Lo sé- sonrió ella -pero podríamos hacer excepciones para que tuviese una dieta variada-
-¿Te has hecho daño?- dijo tomando mi mentón para  ver mi nariz sangrante -es un golpe feo-
-Nada que un Episkey no solucione- sonreí -nos vemos luego en clase-

Y sin decir nada más continuamos nuestro rumbo a los servicios.

La magia de la deducción (Parte 6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora