Ohm, el temido líder de la mafia Rosa Roja, es un hombre serio, frío y despiadado, cuya autoridad no tiene rival. Poseedor de un poder y una riqueza que muchos envidian, vive atrapado en una jaula de oro, cargando con una profunda infelicidad y una...
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La luz del sol se colaba por la ventana de una habitación desconocida. Fluke, aún dormido, comenzaba a moverse entre las sábanas, sin saber que ese sería el inicio de un día completamente diferente.
Tock, tock.
Unos suaves golpes en la puerta lo despertaron. Al abrir los ojos, parpadeó, desconcertado. La habitación lujosa lo hizo recordar todo lo que había sucedido el día anterior.
Tock, tock.
Los golpes se repitieron, y esta vez respondió.
-Pasa.
La puerta se abrió, y una mujer mayor, de aspecto amable y cariñoso, entró con ropa en las manos.
-Joven, ya está despierto -dijo con una sonrisa educada.
-Sí, pero no me digas "joven". Llámame Fluke. ¿Quién eres?
-Por supuesto, joven Fluke. Soy Linda, la nana de Ohm. Puedes llamarme nana también, ya que ahora eres la pareja de mi niño Ohm.
-Entendido, Nana. -Fluke sonrió, sintiéndose un poco más cómodo con su compañía.
-Aquí tienes ropa limpia. Báñate y cámbiate. Ohm vendrá por ti en unos minutos para que puedan bajar a desayunar.
-Está bien.
Fluke tomó la ropa y se dirigió al baño. Al salir, ya vestido y con su cabello arreglado, escuchó nuevamente un golpe en la puerta. Esta vez, al abrir, se encontró con Ohm, impecable como siempre.
-¿Cómo te sientes? -preguntó Ohm con amabilidad.
-Me siento muy bien -respondió Fluke, dedicándole una pequeña sonrisa.
-Me alegra. Vamos, es hora de bajar.
Ohm le tomó la mano y lo guió hacia las escaleras. Al bajar, Fluke notó la presencia de sirvientes y guardaespaldas, todos atentos al más mínimo movimiento de Ohm. Cuando llegaron al pie de la escalera, todos hicieron una reverencia.
-Escuchen con atención -anunció Ohm, firme y seguro-. Él es Fluke, mi pareja. A partir de ahora lo servirán como me han servido a mí.
-Sí, señor -respondieron al unísono, inclinándose nuevamente, esta vez hacia Fluke.
Ohm los despidió con un simple movimiento de mano y continuó caminando hacia el comedor.
-Vamos, Nana ya preparó el desayuno.
Cuando llegaron, Ohm ayudó a Fluke a sentarse. Una sirvienta entró y les sirvió la comida. Ambos comieron en silencio, disfrutando de la tranquilidad del momento.
Unos minutos después, Linda apareció en la puerta.
-¿Qué les pareció la comida? -preguntó con entusiasmo.